EXTREMOS ASFIXIANTES
¿Estamos próximos a ser asfixiados por los extremos? El de izquierda que promoverán las Farc y el de derecha, que se impulsa con desenfreno desde hace algunos años. Ninguno sirve, ninguno conviene y ojalá fuéramos capaces de neutralizarlos. Porque los extremos son peligrosos: miren cómo dejó Pinochet (extrema derecha) a Chile y cómo tiene el binomio Chávez-Maduro (extrema izquierda) a Venezuela.
¿Seremos capaces de desmarcarnos de esa bipolaridad? El problema es que llevamos años de gobiernos corruptos de derecha, incapaces de presentar soluciones sociales a la gente. Y la gente está cansada de la desi- dia y abandono estatal y el robo continuado del dinero que se debió usar (ha sido suficiente) para sacar al país de la pobreza. Responsables: los presidentes y quienes desde 1946 han estado involucrados con sus gobiernos. ¿Por qué desde el 46? Porque ese año comenzó una bonanza cafetera que alcanzó (según el Banco de la República) niveles históricos elevados. Y aunque después cayó el café, siempre el país ha sido potencialmente rico en minerales, tierra y biodiversidad; pero esos gobernantes no administraron los recursos para los intereses de la población, sino para beneficio de unos pocos, incluidos ellos. Por eso nunca pudieron callar las ar- mas de la protesta social; protesta que se hubiera silenciado con obras, no con armas.
Ahora, la izquierda aprovechará esa inconformidad social que la derecha no logró acallar con propaganda estatal de obras inexistentes o insuficientes. Durante su cuarto de hora, la derecha se pasó la vida disparando para ocultar la pobreza generada por su desidia y corrupción; ahora está enloquecida pensando que podría perder democráticamente, viendo que ella misma promovió el caldo de cultivo de una miseria que, envalentonada, les puede cambiar las reglas del juego.
Una izquierda cargada de odio por años de humillación y con el terreno abonado para el “cambio”, recogerá la ira, resentimiento y desengaño del pueblo (aumentado por los Odebrecht y Reficar) y aprovechará la frustración colectiva para hacer campañas populistas, pero sin soluciones reales: ya vimos los ejemplos de corrupción y enriquecimiento de los Kirchner, Lula y Dilma, Moreno Rojas y de los castro-chavistas-maduristas, que dejaron una estela tan nefasta como los años que lleva la derecha gobernando en Colombia.
Los populismos enceguecen. Tenemos que madurar políticamente para desasirnos de los embaucadores mediáticos corruptos tanto de derecha como de izquierda