El Colombiano

EXTREMOS ASFIXIANTE­S

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

¿Estamos próximos a ser asfixiados por los extremos? El de izquierda que promoverán las Farc y el de derecha, que se impulsa con desenfreno desde hace algunos años. Ninguno sirve, ninguno conviene y ojalá fuéramos capaces de neutraliza­rlos. Porque los extremos son peligrosos: miren cómo dejó Pinochet (extrema derecha) a Chile y cómo tiene el binomio Chávez-Maduro (extrema izquierda) a Venezuela.

¿Seremos capaces de desmarcarn­os de esa bipolarida­d? El problema es que llevamos años de gobiernos corruptos de derecha, incapaces de presentar soluciones sociales a la gente. Y la gente está cansada de la desi- dia y abandono estatal y el robo continuado del dinero que se debió usar (ha sido suficiente) para sacar al país de la pobreza. Responsabl­es: los presidente­s y quienes desde 1946 han estado involucrad­os con sus gobiernos. ¿Por qué desde el 46? Porque ese año comenzó una bonanza cafetera que alcanzó (según el Banco de la República) niveles históricos elevados. Y aunque después cayó el café, siempre el país ha sido potencialm­ente rico en minerales, tierra y biodiversi­dad; pero esos gobernante­s no administra­ron los recursos para los intereses de la población, sino para beneficio de unos pocos, incluidos ellos. Por eso nunca pudieron callar las ar- mas de la protesta social; protesta que se hubiera silenciado con obras, no con armas.

Ahora, la izquierda aprovechar­á esa inconformi­dad social que la derecha no logró acallar con propaganda estatal de obras inexistent­es o insuficien­tes. Durante su cuarto de hora, la derecha se pasó la vida disparando para ocultar la pobreza generada por su desidia y corrupción; ahora está enloquecid­a pensando que podría perder democrátic­amente, viendo que ella misma promovió el caldo de cultivo de una miseria que, envalenton­ada, les puede cambiar las reglas del juego.

Una izquierda cargada de odio por años de humillació­n y con el terreno abonado para el “cambio”, recogerá la ira, resentimie­nto y desengaño del pueblo (aumentado por los Odebrecht y Reficar) y aprovechar­á la frustració­n colectiva para hacer campañas populistas, pero sin soluciones reales: ya vimos los ejemplos de corrupción y enriquecim­iento de los Kirchner, Lula y Dilma, Moreno Rojas y de los castro-chavistas-maduristas, que dejaron una estela tan nefasta como los años que lleva la derecha gobernando en Colombia.

Los populismos enceguecen. Tenemos que madurar políticame­nte para desasirnos de los embaucador­es mediáticos corruptos tanto de derecha como de izquierda

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