Desencanto político de los jóvenes en Francia
Las instituciones no pudieron integrarlos, los aislaron y eso explica su desapego hacia estas elecciones.
Las instituciones del país europeo y los candidatos que disputan la segunda vuelta electoral, Emmanuel Macron y Marine Le Pen, no captan la atención de este sector de la población, que se muestra escéptico ante su futuro político. Ambos aspirantes a la presidencia intentan conquistar a los abstencionistas para llegar al Palacio del Elíseo ¿Lo lograrán?
“Es la historia de una sociedad que cae, y a medida que va cayendo se repite a sí misma para tranquilizarse: hasta acá todo va bien, hasta acá todo va bien. Pero lo que cuenta no es la caída, es el aterrizaje”. Son las palabras que acompañan la secuencia introductoria de la película francesa El odio de Mathieu Kassovitz que muestra una Francia invisible, marginal y desigual para los jóvenes. La apatía sobre sus políticos se representó en las urnas y en la incertidumbre que plantean en sus discursos sobre los dos candidatos presidenciales para la segunda vuelta electoral: Marine Le Pen y Emmanuel Macron.
Los sentimientos de traición y falta de representación se repiten en los jóvenes “hay un hartazgo general, no nos representa ninguno de los dos candidatos ni la clase política”, dice Bérénice, asistente social de 32 años. A pesar de ser una profesional universitaria no pudo salir de la inestabilidad de la precarización laboral existente. Ella trabaja de guía turística en el centro parisino, su sueldo es variable ya que cada turista le pone el valor al recorrido, este hecho obliga a Bérénice a esforzarse para lograr generar la atención de los visitantes.
Según las encuestas para el ballotage, que en la primera vuelta han acertado, Macron ganará por unos 24 puntos, y tanto Fillon como Hamon, candidatos derrotados en la primera vuelta, ya han anunciado su apoyo, pero el resultado de unas elecciones solo se sabe después del cierre de las urnas. Y de aquí al 7 de mayo pueden pasar cosas.
No lo creen a los políticos
Mariam y Awa de 22 y 28 años respectivamente, de padres africanos pero nacidas en Francia, están convencidas de una cosa: “Sea el que sea, nunca cumplen sus promesas”. En su casa, nadie habla de políti- ca, sus padres no siguen la campaña, están convencidos de que un nuevo presidente no cambiara las cosas para ellos. Sobre Marine Le Pen, las dos chicas exclamaron al unísono “no, de ninguna manera, nunca”. Pero cree que hay un aspecto positivo en Le Pen: “Es la única que es directa, no oculta el hecho de que no le caemos bien, como los otros candidatos. Se sabe que hará lo que dice que va a hacer”.
La marginalización en la que viven muchos franceses, en los diminutos apartamentos de los barrios periféricos, se han convertido en una monumental expresión del fracaso del sistema socio-económico del socialismo de Hollande, incapaz de integrar a miles de personas “¿Los problemas en
Francia? El distanciamiento de los jóvenes que viven en los barrios periféricos (banlieues); en especial, pero no solo, los inmigrantes de segunda generación y los musulmanes que creen que no tienen futuro. La elevada tasa de desempleo y el racismo han empeorado esta situación” resalta Awa.
El nacionalismo del Frente Nacional, partido de Le Pen, no hace más que reproducir la estrategia del fanatismo islámico: hacer ver que la convivencia es imposible. Mariam a pesar de su juventud, tiene sus ideas claras, su tono de voz se endurece y con claridad recalca el valor de la integración “Pienso en mis muchos amigos musulmanes que se sienten obligados a justificarse a ellos mismos y hacen circular versículos del Corán que prueban que el Islam no es eso. Yo los entiendo”.
Marine Le Pen planteará la segunda vuelta como un combate entre globalización y proteccionismo, entre la defensa “del pueblo francés” y el neoliberalismo del “heredero de Hollande”. La desdiabolización del Frente Nacional llevada a cabo por Le Pen aún no alcanza para maquillar algunos fundamentos de su plataforma electoral.