El Colombiano

Malva, la hija que Neruda negó

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Pablo Neruda no menciona a su primogénit­a en ninguna de las páginas de Confieso que he vivido. Muy poco se sabe de

Malva Marina, quien nació en 1932 con hidrocefal­ia. La holandesa Hagar Pee

ters escuchó de su existencia siguiendo los pasos de su padre, el periodista Herman

Vuijsje, en Chile. En esa época supo que debía explorar cómo el gran poeta y defensor de los marginados, silenció a su propia hija. Eso es lo que cuenta ella.

En el libro Malva, la niña que murió de ocho años, narra su propia historia desde un más allá después de la muerte habitado de figuras como Sócrates y Goethe, quienes le sirven de familiares alternativ­os y le ayudan en su búsqueda de respuestas.

EL COLOMBIANO conversó con Hagar Peeters, la poeta de 45 años que presenta su primera novela en la trigésima edición de la feria de Bogotá. Una historia que la saca de la poesía esta vez. Su carrera se ha concentrad­o en la poesía, ¿así fue como se encontró con la historia de la hija de Neruda? “Es una historia personal y un poco difícil de contar. Yo leí los diarios de mi padre hace unos diez años, porque yo no conocí a mi padre durante parte de mi juventud, así que quise saber dónde estuvo.

Mi padre fue al sur de Chile, a Temuco. La gente me contó que allí vivió Neruda durante su juventud. Como en ese tiempo yo era poeta, quería saber más de Neruda e ir a su casa, que todavía está en Chile. En una visita la guía me contó la historia de Malva, porque su tumba fue descubiert­a por casualidad exactament­e un año antes de mi visita, en 2004.

Yo no sabía que Neruda tenía una hija, la gente en Holanda tampoco, así que era muy raro que la guía contará que la tumba se encontraba en Holanda y que la esposa de Neruda era javanesa de origen holandés. La madre y la hija estaban en holanda cuando la chica murió. Ya no recuerdo si lo

leí después, creo que la guía me contó que Neruda no quiso tener contacto con su hija por ser discapacit­ada, por su hidrocefal­ia, y por eso no la menciona en sus publicacio­nes. Cuando volví y leí su autobiogra­fía, me di cuenta de que no menciona a su hija, ¡es muy extraño! En ese momento supe que tenía que escribir una historia sobre Malva”. ¿Le gustan los poemas de Neruda? “Sí, me gustan muchos. No todos. Y no he escrito este libro como crítica a la poesía, lo he escrito para entender cómo una artista que quería dar voz a la gente que no la tenía –porque su poesía se trata mucho de la gente que no tenía voz–, cómo fue posible, al mismo tiempo, que pudiese silenciar y negar a su propia hija.

Pero esto no tiene nada que ver con su poesía sino con su personalid­ad”. ¿Quién cree la gente que fue Neruda y quién fue en su faceta como padre? “Tienen una imagen de un al- truista, un héroe. Y sí fue un héroe, durante Pinochet era prohibida su literatura. Los chilenos tenían en buena estima a Neruda, era moralmente intachable. Pero esto es una discrepanc­ia entre su vida privada y su incapacida­d de tener una relación íntima con su hija discapacit­ada. Creo que en mi novela Neruda es más humano porque demuestra sus debilidade­s e imposibili­dades ”. El poeta y su poesía, ¿se pueden separar? ¿Malva intenta contar esta contradicc­ión? “No se puede separar porque la personalid­ad es mucho más amplia que los poemas que alguien escribe; una persona tiene muchas más caracterís­ticas”. ¿Por qué usar la voz omniscient­e con Malva? ¿qué le aporta esta perspectiv­a? ”Yo quería cambiar la realidad. En la vida real ella no tenía voz, pues fue silenciada. Yo quise cambiar eso, porque eso hace la literatura: cambiar la realidad” ■

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