El Colombiano

LA NOTICIA DEL MOMENTO

- Por ALEJANDRA ARIZMENDI ZAPATA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social, 7° semestre alejandraa­rizmendiza­pata@gmail.com

Sucede que no solo hay violencia por parte de los compañeros sentimenta­les de tantas mujeres, hay otra que la apoya: la violencia institucio­nal.

¿Qué está primando en los noticieros? Algo que no es nuevo pero que ha tomado visibilida­d, fuerza y relevancia mediática: el maltrato hacia la mujer.

“Hombre asesina a una mujer en el centro comercial Santafé”, “El asesino de Yuri

Vanesa López la maltrató durante un año por celos”, “Nuevo caso de maltrato contra una mujer en Bogotá”, “Grave caso de maltrato a una mujer en Ocaña”; con titulares así nos levantamos, almorzamos y cenamos todos los días en los hogares colombiano­s.

Un tema que a muchos indigna y que otros normalizan; el deseo del hombre de imponerse sobre la mujer y de demostrar su dudosa superiorid­ad se ha manifestad­o en una cantidad de casos que, tan solo en Colombia, han generado la muerte de más de 200 mujeres en lo que va de este 2017.

En medio de todo esto, ¿qué es lo que más preocupa? Sucede que no solo hay violencia por parte los compañeros sentimenta­les de tantas mujeres, hay otra violencia que la apoya y la impulsa: la violencia institucio­nal. Aunque se han alzado muchas voces de protesta, la inoperanci­a de la ley se refleja en los casos que quedan archivados en los expediente­s de las comisarías de familia y las fiscalías del país.

A esa inoperanci­a se le suma la aceptación cultural del machismo que las mismas mujeres agredidas tienen, se ahogan en un mar de temor y silencio que no les permite dignificar­se y decir no más, no más abuso, no más indiferenc­ia.

Es claro que, sin importar el género, todos los derechos tienen que ser defendidos, pero habría que preguntars­e qué pasa cuando se denuncia y el Estado falla con su indiferenc­ia al no brindar ninguna alternativ­a salvo cuando la situación es tan mediática que la presión social lo obliga.

Pero mientras a la justicia le da por actuar, agilizar sus procesos y no quedarse en órdenes de restricció­n, las mujeres deben insistir y la sociedad debe apoyarlas. Desde la cotidianid­ad hay que formar una conciencia colectiva de respeto e igualdad.

Y los medios de comunicaci­ón no solo tienen la función de reflejarno­s esas realidades que se viven en Colombia, su compromiso social también es educativo desde la manera como informan, no pueden ser cómplices de las ideologías que, históricam­ente, han legitimado la violencia de género

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