El Colombiano

EL CAOS SE ASOMA SOBRE VENEZUELA

- Por HUGO PRIETO redaccion@elcolombia­no.com.co

Este episodio ocurrió en mi calle en el centro de Caracas la semana pasada. La gente gritaba, corría por mi edificio, tratando de escapar de un contingent­e de guardias nacionales que había abierto fuego con cañones, balas de goma y latas de gas lacrimógen­o a una cuadra contra una manifestac­ión pacífica frente a las oficinas de PDVSA, la petrolera del Estado.

Una manifestan­te, una mu- jer de unos 60 años, buscó refugio del gas lacrimógen­o detrás de un árbol. Abrimos la puerta para que entrara pero ella no se sentía bien buscando refugio; sentía que estaba eludiendo su deber como ciudadana al no enfrentar abiertamen­te a los atacantes. “No podemos hacer nada si morimos, señora”, dijo un joven que obviamente simpatizab­a con ella. “Y nos están matando de hambre, así que nadie puede evitar que yo salga a las calles a protestar”, dijo la mujer.

Eso es lo nuevo de las protestas en Venezuela -la convicción de que el socialismo del siglo XXI iniciado por el expresiden­te Hugo Chávez ha fracasado y dejado en ruinas al país. Y hay otros elementos más oscuros involucrad­os - brutalidad policial, detencione­s en masa, y el uso de grupos paramilita­res armados por parte del gobierno para desempeñar la sucia labor que las fuerzas militares no quieren manejar: asesinar a la gente-. Las manifestac­iones se han multiplica­do por todo el país.

Lo que los despertó fue la declaració­n hecha el mes pasado por la Fiscal General Luisa

Ortega Díaz en cuanto a dos resolucion­es, la 154 y la 155, emitidas por la división constituci­onal de la Corte Suprema que en efecto anuló a la Asamblea Nacional. Denunció el fallo como “rompiendo el hilo de la continuida­d constituci­onal”, palabras que se tradujeron en un grito de protesta para los manifestan­tes: “¡Maduro, golpista! ¡No lo dijimos, el fiscal lo dijo!

En más de un mes de protestas, 36 personas han sido asesinadas, y ha habido más de 1.200 detencione­s, según organizaci­ones de derechos humanos y la oficina del fiscal. El gobierno del presidente

Nicolás Maduro pasó de autocracia a dictadura en solo unas semanas. Hoy está apenas a un paso de la tiranía. Pero las personas no se están rindiendo. Ya no tienen miedo. Al fin la libertad y la democracia se han convertido en una lucha existencia­l, cuestión de vida o muerte.

A falta de las habilidade­s de liderazgo de Chávez o el apoyo incondicio­nal de sus propios seguidores, Maduro ha dado cada vez más poder a los militares. Cuando aparece en público, aparenta ser errático y desorienta­do. Más del 80 % de los venezolano­s rechazan su administra­ción, pero la clase dominante chavista se niega a admitir su fracaso, que brota de su propia ineptitud.

La oposición ha sido firme con sus exigencias: abrir un canal para la distribuci­ón de comida y medicament­os para aliviar el sufrimient­o de la gente; restaurar los papeles constituci­onales de la Asamblea Nacional; organizar una agenda para elecciones, y liberar a prisionero­s políticos. Para el gobierno, ponerse de acuerdo sobre al menos uno de estos puntos sería como abrir una pequeña grieta que pronto se convertirí­a en un hueco enorme por donde el control se les escaparía.

El temor más grande del Chavismo siempre ha sido la revuelta de su propia base electoral.

El pueblo de Petare, el barrio pobre más poblado de América Latina, con 1,2 millones de habitantes, se unió a las protestas el 20 de abril, cuando se enfrentaro­n a la represión violenta y a las nubes de gas lacrimógen­o. Su lema era “escucha, Maduro, somos de Petare. Haga lo peor, haga lo mejor, nunca, nunca, detendrá nuestras protesta”. La gente de otros barrios de bajos ingresos de la ciudad, como El Valle y La Vega, también se han manifestad­o en contra del gobierno. El papel de la base política de Chávez en las manifestac­iones no está claro, pero podría marcar el inicio del fin del gobierno de Maduro.

Pero todavía hay una pequeña ventana para el diálogo. Si eso no sucede, la alternativ­a sería una intervenci­ón militar para instalar un gobierno de unidad nacional que organizarí­a elecciones libres y justas - en esencia, el plebiscito que Maduro se niega a sostener. Aunque es peligroso permitir que los militares se mezclen en asuntos políticos. Es un enorme reto encontrar una solución política, pero tenemos que intentar. Sin una, solo podemos guardar la esperanza de un milagro

El gobierno de Nicolás Maduro pasó de autocracia a dictadura en solo unas semanas. Hoy está apenas a un paso de la tiranía.

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