El Colombiano

EL TREN

- Por RAFAEL ISAZA GONZÁLEZ rafaelisaz­ag@une.net.co

Amable lector. Cuenta nuestra historia que en el año 1873 se autorizó al Estado de Antioquia para llevar a cabo la construcci­ón de un camino de rieles, que permitiera la comunicaci­ón de su capital con el río Magdalena. A partir de entonces la gente de este departamen­to debió luchar para hacer realidad tan ambicioso proyecto.

Todos lo hicieron con ahínco para vencer las fuerzas de la naturaleza, incluyendo los animales salvajes, alimañas y zancudos. Construir cada kilómetro de rieles fue una odisea. A mitad de camino se interpuso una cordillera que impidió la unión de ambos trechos. Quien lideró en buena parte esta obra fue el in- geniero Francisco Javier Cisne

ros. El estudiante del último año de ingeniería Alejandro López, fue quien propuso en el año 1898 construir un túnel.

A mediados de 1929 la primera locomotora hizo el recorrido directo entre Puerto Berrío y Medellín. El túnel de La Quiebra fue una obra monumental y el orgullo de este pueblo. Hoy, yace en el olvido. Igual que los nombres de muchos antioqueño­s que fueron ignorados por la historia.

El tren a las 6:00 a. m. en punto arrancaba de la Plaza de Cisneros. Nunca se sabía la hora de llegada a Puerto Berrío. Lo único cierto es que a las 6:00 p. m. regresaba a Medellín. El tren era la vida de los pueblos por donde cruzaba y de los que llegaban a este. En cada lugar se detenía, nunca tuvo prisa en seguir. Los vendedores ofrecían frescos, frutas, sabaletas fritas, papas rellenas y hojaldras.

Cruzar el túnel de La Quiebra era casi una aventura. Al entrar todo se oscurecía, faltaba el aire, de las rocas caía agua fresca y había unas pocas bombillas (focos) que parecían cocuyos. Más de uno pensó que no alcanzaría la salida porque ya no respiraba.

El túnel de La Quiebra es una joya que alguien debería recuperar, para que la gente de hoy tenga la oportunida­d de transitarl­o de nuevo. Ojalá vuelva a rodar una máquina, pero conservand­o la estructura original, sin que intervenga el medio ambiente, ni ninguna otra entidad que se ocupe de la salud.

En el año de 1972, cuando una pesada máquina con vagones cargados de algodón, en medio del túnel se incendió. Si mal no recuerdo fue Jaime Orozco que tenía a su cargo el manejo del tren. Él y tres de los compañeros murieron tratando de evitar una catástrofe mayor.

En el barrio San Benito, la tía Jesusita y los vecinos, al acercarse el tren escuchaban el sonido de la chimenea que simulaba gemir. Nadie ha llorado con más sentimient­o, como lo hicieron estas máquinas, al despedir a sus seres queridos.

Las cuentas de la construcci­ón del Ferrocarri­l de Antioquia fueron diáfanas. El Fiscal General de la Nación y los suyos deberían cotejarlas con las de los contratos de Odebrecht y mejor aún con las de Reficar. Entiendo que no había revisores fiscales ni miembros de juntas directivas. Solo hombres de bien

El túnel de La Quiebra es una joya que deberían recuperar.

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