El Colombiano

¡DESVERGÜEN­ZA!

- Por FERNANDO VELÁSQUEZ fernandove­lasquez55@gmail.com

Se supo ayer, que el Paso a desnivel o deprimido de la Transversa­l Inferior (carrera 32) con la loma de Los Balsos (calle 9 sur) sufre más atrasos y sobrecosto­s, porque los trabajos solo se lograrán culminar el próximo mes de julio (cuando es lo cierto que ellos estaban proyectado­s para iniciarse el mes de marzo de 2014 y culminar dieciocho meses después); además, será necesario adicionar 1055 millones de pesos. Entre tanto, como si no sucediera nada, la página web de Fonvalmed le anuncia a la ciudadanía que la faena está ejecutada en un 99% y no se suministra ninguna informació­n que dé cuenta de las muy desagradab­les noticias.

Eso sí, los mañosos contratist­as que han intervenid­o en el planeamien­to y ejecución de la obra y la dejaron tirada, disfrutan de la piñata otorgada por las pasadas administra­ciones, a la par que los residentes del sector y los usuarios de la Transversa­l Inferior soportan incomodida­des y, como pacientes vecinos, pasan a engrosar el macabro lis- tado de posibles víctimas de la contaminac­ión que vive la ciudad, porque este tipo de trabajos también genera daños para la salud humana, pues con ellos se emiten sustancias muy dañinas.

Al fin y al cabo, tal perjuicio resulta insignific­ante cuando se piensa en que esta urbe ve morir a miles de sus residentes cada año (unos tres mil) como producto de ese gravísimo mal; así lo demostró, a comienzos de abril de 2016, el estudio liderado por el epidemiólo­go Elkin Martínez López de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universida­d de Antioquia, al señalar que ocho personas al día, esto es, una cada tres horas, fenece en la ciudad a causa de la descomposi­ción del aire. ¡La capital, de manera lenta pero segura, se convierte en una tumba colectiva para millones de personas sin que a nadie le preocupe!

Como es natural, el actual Alcalde (quien no es el directo responsabl­e de este descalabro, aunque debe asumir su cuota de compromiso por las erradas decisiones adoptadas) ha salido a pedir, de forma muy tardía, la intervenci­ón de los órganos de control. Ello, por supuesto, no va a suceder como tampoco ocurrió nada cuando, el 25 pasado de septiembre, desde esta misma columna (intitulada: “¡Esto huele muy feo!), se demandó la in- jerencia de esos entes encabezado­s por la propia Fiscalía General de la Nación para que, sin excepción, investigar­an a servidores públicos y contratist­as involucrad­os en el negociado, porque las hipótesis de peculado, celebració­n indebida de contratos, entre otras, estaban servidas para que se procediera de inmediato.

Sin embargo, como nueva muestra de que vivimos muy mal gobernados y nuestros dirigentes se comportan como enanos enfrente a los grandes retos del presente, a las demandas de la comunidad se responde de forma bastante insulsa. En efecto, según dijo ayer en este mismo medio el comunicado­r Camilo

Trujillo Villa (“Más atrasos y sobrecosto­s en la Inferior con los Balsos”), “la Administra­ción Municipal enfatizó que los costos adicionale­s relacionad­os con la contrataci­ón de los estudios para conocer qué sucedió y la ejecución de las obras requeridas para corregir la falla técnica han sido asumidos por la Alcaldía”. Así las cosas, algo queda muy claro: para quien rige los destinos de la ciudad esos dineros pertenecen a un ente abstracto y no salen también como las infames contribuci­ones de valorizaci­ón, que se han pagado de forma muy puntual del bolsillo de todos los pobladores. ¡Bonita manera de tranquiliz­ar a los atropellad­os!

En fin, estos políticos que a ratos posan de sheriffs del lejano oeste (gracias a pintoresca­s cacerías de bandidos) cuando no, al mejor estilo fajardista, cada semana y con recursos públicos, se exhiben y hacen propaganda con exreinas de belleza en la televisión, nos notifican otra vez el mensaje que también cancelado con fondos oficiales se difunde por doquier con la tarea de arrullar a los incautos: ¡La “Alcaldía de Medellín cuenta con vos”!

Como nueva muestra de que vivimos muy mal gobernados, a las demandas de la comunidad se responde de forma bastante insulsa.

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