El Colombiano

LEY DE ACCESO A LA TIERRA

- Por RUDOLF HOMMES rhommesr@hotmail.com

El proyecto de decreto-ley de acceso a la tierra y ordenamien­to de la propiedad rural está siendo objeto de una enorme controvers­ia y de una confusión de iguales proporcion­es. Los representa­ntes de los posibles beneficiar­ios y de los que creen que van a salir perjudicad­os están enfrentado­s y estos últimos están empeñados en no dejar que se expida la ley. Lo que se requiere es que lleguen a un compromiso y se expida una ley que cumpla con el acuerdo en materia de acceso de los campesinos y los pequeños propietari­os a la tierra.

Esto se hizo muy evidente en el programa de Yamid

Amat que precedió el noticiero CM& el 4 de mayo en el que se quiso promover una discusión entre el director de la Agencia Nacional de Tierras,

Miguel Samper, y el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie con relativo poco éxito. Uno hablaba de la necesidad de proteger la propiedad privada y el otro también, pero no se referían a la misma propiedad privada. Al vocero de los ganaderos le preocupaba la de los actuales propietari­os y el de la agencia de tierras estaba pensando en la de los adjudicata­rios de la reforma agraria. Lo mismo sucedió con el tema de la seguridad jurídica y al final del programa con el criterio de productivi­dad y utilizació­n eficiente de la tierra. Samper pensaba que Lafaurie se tranquiliz­aría sabiendo que no van a expropiar las fincas de recreo y este no supo explicar que a lo que le teme es a la expropiaci­ón administra­tiva de las grandes haciendas de ganadería extensiva. Como no llegaron a una conclusión acordaron seguir hablando entre sordos el lunes próximo.

Ojalá no decida el Gobierno que con ese tipo de encuentros improducti­vos se socializa el tema y expida el decreto a la carrera. El proyecto es excesivame­nte ambicioso, su redacción es vaga, se presta a interpreta­ciones opuestas y deja abiertas muchas puertas para generar conflicto y promover intran-

quilidad. En circunstan­cias normales lo prudente sería someterlo a un análisis bastante exhaustivo de juristas y de dolientes, buscando un acuerdo. Esto no se va a lograr en este mes antes de que venza el plazo para expedirlo y quedaría el acuerdo en el limbo.

La solución es simplifica­rlo y reducir su alcance. Ana María

Ibáñez me envió un estudio que llevaron a cabo ella, otros profesores de la Universida­d de los Andes ( Tatiana Alfonso, Helena Alviar, Fabio Sánchez,

Mauricio Velásquez) y Rocío Londoño, del Centro de Memoria Histórica, por solicitud del Gobierno, que recomienda precisamen­te eso. Ven el proyecto con buenos ojos y como una gran oportunida­d para corregir las debilidade­s de la Ley 160 de 1994. Advierten que es inconvenie­nte derogar completame­nte el marco regulatori­o que se ha gestado en el tiempo y en la práctica. Proponen limitar el alcance de la ley a cinco puntos principale­s: creación del Fondo de Tierras para la Reforma Rural Integral, registro de los beneficiar­ios del acceso a la tierra y su uso, formalizac­ión de la pequeña y mediana propiedad rural por barrido predial y régimen de transición para la formalizac­ión masiva de ocupacione­s actuales. Esta recomendac­ión se debe atender, y si no hay tiempo para desarrolla­r los cinco puntos, expedir por lo menos lo referente a los tres primeros

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