EDITORIAL
Información sobre inflación en abril no resulta tan favorable como se esperaba y menos frente a la posibilidad de una mayor reducción de la tasa de interés. Para el Emisor aumenta la tensión entre precios y crecimiento.
“Información sobre inflación en abril no resulta tan favorable como se esperaba y menos frente a la posibilidad de una mayor reducción de la tasa de interés. Para el Emisor aumenta la tensión entre precios y crecimiento”.
El Dane reveló que la inflación en el mes de abril de 2017 tuvo una variación de 0,47 por ciento, guarismo que es ligeramente menor al registrado en igual mes del año pasado (0,50 por ciento).
Para lo corrido del año (enero-abril) y los doce meses (mayo-abril) el Índice de Precios al Consumidor (IPC) presentó variaciones de 3,00 y 4,66 por ciento, respectivamente. Ambos registros estuvieron muy por debajo de los aumentos obtenidos en los mismos períodos de 2016 que fueron, en su orden, de 4,07 y 7,93 por ciento.
La variación de la inflación anual a abril de 2017 (4,66 por ciento) representa solo una ligera caída con respecto al registro del pasado mes de marzo que fue de 4,69 por ciento.
Además, cuando se considera la evolución reciente de este indicador (en diciembre pasado fue de 5,75 por ciento y en febrero de 2017 de 5,18 por ciento) se observa que en abril se frenó el ritmo al que venía descendiendo la inflación.
Lo más desafortunado de este resultado es que, al considerar la inflación anual, de los nueve grupos de gasto del IPC, seis (vivienda, transporte, comunicaciones, educación, otros gastos y salud) se encuentran por encima del promedio nacional y para la gran mayoría los precios están regulados.
Este comportamiento, que viene de meses atrás, ha generado entre diversos analistas, el grupo técnico del Banco de la República y algunos miembros de la Junta Directiva del Emisor la preocupación sobre la “creciente inde- xación” en los precios de ciertos bienes y servicios.
De esta forma, solo tres grupos de gasto (alimentos, vestuario y diversión) se ubican, al momento, por debajo del promedio nacional de la variación anual del IPC (4,66 por ciento) y del rango superior de la meta de inflación del Emisor (4,0 por ciento).
Como se ve, mientras que en 2017 los precios de los alimentos continúan creciendo muy por debajo del año pasado (en abril de este año la variación anual fue de 2,49 por ciento mientras que en igual mes de 2016 fue de 12,63 por ciento), en los precios de ciertos bienes y servicios, en los que operan los mecanismos de regulación, se observa que la tendencia es la contraria.
Los resultados de la inflación en abril, aunque representan una mejora frente a los registros de igual mes del año pasado, no lucen tan favorables frente a la meta de precios de la autoridad monetaria y menos cuando se considera la urgente necesidad de impulsar el crecimiento de la economía, la que, según los resultados recientes de algunos indicadores, todavía no muestra evidencias claras de que su recuperación, por fin, marcha en firme.
Por tanto, en la próxima Junta Directiva del Banco de la República muy seguramente volverá a ponerse sobre la mesa la disyuntiva entre inflación y crecimiento y, por ende, si se decreta una nueva baja en la tasa de interés y, si ello es así, de qué magnitud sería el recorte.
En el entretanto, al Gobierno le queda la tarea no solo de pedirles a los banqueros que bajen más rápidamente la tasa de interés a sus usuarios, sino de revisar lo que está pasando con la regulación en ciertos sectores. De todas formas, el Ejecutivo no debe olvidarse de que el gasto público y las políticas sectoriales constituyen eficaces instrumentos para dinamizar la economía