Los fideicomisos facilitan la vida de las personas y las empresas
Los fideicomisos, como patrimonio autónomo, son vehículos flexibles que pueden sustituir a las sociedades o pueden servir como mecanismo para hacer negocios. Así, mediante estos, las compañías y las personas naturales, se pueden “asociar” para facilitarse la vida. En el caso de las familias, por ejemplo, varias personas naturales son propietarias en común y proindiviso de un inmueble, lo que con ciertas particularidades se llama una comunidad no regulada. Los retos para estos propietarios del inmueble surgen cuando se presentan eventos como cuando quieren vender el inmueble y uno de ellos no está de acuerdo o cuando uno de ellos fallece. En ese momento surgen las dificultades, pues para vender el inmueble se requiere unanimidad en la decisión y no se tiene. La solución puede ser mediante un fideicomiso: estas personas pueden establecer unas mayorías y condiciones para la toma de decisiones; por ejemplo, el 51 % de la propiedad del inmueble, y si uno de los propietarios fallece no tienen problema, dado que las decisiones se toman por mayoría. Así, en este caso, el fideicomiso permitió la asociación de varios propietarios facilitándoles la vida. Lo mismo sucede con los bienes de una familia donde a falta del padre o de la madre, se requieren administrar bienes que conforman el patrimonio familiar de unos herederos. Para las empresas también hay múltiples opciones como las uniones temporales, joint venture, consorcios y cuentas en participación. En este caso, los fideicomisos son vehículos que complementan estas figuras, generando valor agregado y reglas para cuando, por ejemplo, el consorcio se liquide. El fideicomiso recauda, paga y entrega los bienes a los consorciados al momento de la liquidación, con base en las reglas que hayan acordado en el contrato. Ante esto, el patrimonio autónomo sirve como herramienta para una mejor administración del contrato, se puede estructurar la financiación y garantía de créditos bancarios, permite acordar la forma de administración de los recursos, giros y pagos a los proveedores, maximiza la rentabilidad de los recursos y genera reglas de liquidación para todas las partes, entre otros. Los constructores son otro ejemplo de “asociación” mediante un fideicomiso. El desarrollador inmobiliario se puede unir con otro edificador para que cada uno tenga roles diferentes (gerencia, construcción, comercialización). El fideicomiso también permite al constructor asociarse con el dueño del lote para que, por ejemplo, él mismo participe en las utilidades y se le pague con las ventas futuras del proyecto. Estas ventajas se complementan con otras propias de los patrimonios autónomos: son confidenciales, permiten generar un gobierno corporativo y simplifican temas sucesorales, entre otros, al estar acompañados de tener un tercero neutral y profesional que hace valer que se cumplan las reglas establecidas en los contratos fiduciarios.