El Colombiano

NO HA PASADO LA TORMENTA

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Explicar los cambios de la política internacio­nal en este siglo XXI se ha convertido en una labor simplista de agrupar similitude­s. De utilizar los ejemplos a la mano para narrar los hechos espectacul­ares de otras latitudes y así pretender que se entienden los matices mientras, por el contrario, se difuminan.

Se dice con demasiada frecuencia que algunos eventos particular­es de la geopolític­a actual resultan de un “ascenso de los populismos nacionalis­tas”, y se engavetan en el mismo armario fenómenos tan disímiles como Trump o Le Pen, del lado derecho, o partidos políticos como Syriza y Podemos, del espectro izquierdo.

En ese ejercicio, pedagógico, pero poco dialéctico, se co- meten graves errores porque si bien utilizar el ejemplo como modelo explicativ­o es uno de los principale­s métodos de enseñanza, resulta cierto también que pocos caminos como ese llevan a tantos equívocos. Decir que Trump es el Hitler moderno o que Le Pen representa, por derrame, lo que el multimillo­nario republican­o es ahora para América, es caer en vaguedades y torpezas.

En las últimas semanas, y siguiendo el mismo parámetro comparativ­o, desde un puñado de medios de comunicaci­ón se intentó explicar la amenaza de la extrema derecha francesa encarnada en

Marine Le Pen, como un segundo advenimien­to de Trump, esta vez en Europa. El símil permitía atrapar rápidament­e al lector, desde la mezcla de sorpresa y pánico, pero no daba espacio para ver aspectos particular­es del sentimient­o del Frente Nacional en Francia y en una Europa que no se acomoda a la realidad multicultu­ral del siglo XXI.

Esas peculiarid­ades que encumbraro­n al Frente Nacional, muchas expresadas en discursos xenófobos y antieurope­ís- tas, no desaparece­rán ahora que Le Pen fue derrotada. Aunque un alto porcentaje de los titulares continuó la senda comparativ­a, del estilo de “Francia le dio la espalda a su ‘Trump’”, la amenaza no murió en las urnas, ni para ese país ni mucho menos para Europa, que no sabe cómo recuperars­e de la herida fatal que le propinó el Brexit.

El fenómeno europeo no puede ser ni narrado ni explicado desde los símiles. Su complejida­d va mucho más allá de ser una copia del cataclismo republican­o y ese peligro, aunque derrotado el domingo, sigue latente en un país que representa valores fundamenta­les para Europa pero que no es el continente entero. Ni para París ni para Bruselas ha pasado la tormenta

Las peculiarid­ades que encumbraro­n al Frente Nacional, no desaparece­rán con la derrota de Le Pen.

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