NO HA PASADO LA TORMENTA
Explicar los cambios de la política internacional en este siglo XXI se ha convertido en una labor simplista de agrupar similitudes. De utilizar los ejemplos a la mano para narrar los hechos espectaculares de otras latitudes y así pretender que se entienden los matices mientras, por el contrario, se difuminan.
Se dice con demasiada frecuencia que algunos eventos particulares de la geopolítica actual resultan de un “ascenso de los populismos nacionalistas”, y se engavetan en el mismo armario fenómenos tan disímiles como Trump o Le Pen, del lado derecho, o partidos políticos como Syriza y Podemos, del espectro izquierdo.
En ese ejercicio, pedagógico, pero poco dialéctico, se co- meten graves errores porque si bien utilizar el ejemplo como modelo explicativo es uno de los principales métodos de enseñanza, resulta cierto también que pocos caminos como ese llevan a tantos equívocos. Decir que Trump es el Hitler moderno o que Le Pen representa, por derrame, lo que el multimillonario republicano es ahora para América, es caer en vaguedades y torpezas.
En las últimas semanas, y siguiendo el mismo parámetro comparativo, desde un puñado de medios de comunicación se intentó explicar la amenaza de la extrema derecha francesa encarnada en
Marine Le Pen, como un segundo advenimiento de Trump, esta vez en Europa. El símil permitía atrapar rápidamente al lector, desde la mezcla de sorpresa y pánico, pero no daba espacio para ver aspectos particulares del sentimiento del Frente Nacional en Francia y en una Europa que no se acomoda a la realidad multicultural del siglo XXI.
Esas peculiaridades que encumbraron al Frente Nacional, muchas expresadas en discursos xenófobos y antieuropeís- tas, no desaparecerán ahora que Le Pen fue derrotada. Aunque un alto porcentaje de los titulares continuó la senda comparativa, del estilo de “Francia le dio la espalda a su ‘Trump’”, la amenaza no murió en las urnas, ni para ese país ni mucho menos para Europa, que no sabe cómo recuperarse de la herida fatal que le propinó el Brexit.
El fenómeno europeo no puede ser ni narrado ni explicado desde los símiles. Su complejidad va mucho más allá de ser una copia del cataclismo republicano y ese peligro, aunque derrotado el domingo, sigue latente en un país que representa valores fundamentales para Europa pero que no es el continente entero. Ni para París ni para Bruselas ha pasado la tormenta
Las peculiaridades que encumbraron al Frente Nacional, no desaparecerán con la derrota de Le Pen.