EDITORIAL
El aprovechamiento del TLC con Estados Unidos es muy limitado. Esto hace que, a pesar de las oportunidades comerciales, el balance sea poco favorable. Gobierno y empresas tienen tareas por realizar.
“El aprovechamiento del TLC con Estados Unidos es muy limitado. Esto hace que, a pesar de las oportunidades comerciales, el balance sea poco favorable. Gobierno y empresas tienen tareas por realizar”.
Al cumplirse cinco años de entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos, los resultados e impactos de este en la economía colombiana no parecen ser tan contundentes como lo predecían los estudios, ni tampoco ha resultado en el descalabro económico que proclamaron ciertos sectores adversos al mismo.
La realidad es que hay avances y retrocesos en materia comercial y en los otros campos que cobija el TLC.
Así, por ejemplo, la balanza comercial del país con Estados Unidos pasó de un superávit de 8.244 millones de dólares en 2012 a un déficit de 1.413 millones en 2016. En este resultado fue determinante la fuerte contracción (51,4 por ciento) de las exportaciones colombianas.
Sin embargo, se destaca el incremento del 12,3 por ciento de las ventas a ese mercado en sectores diferentes al petróleo. Estas pasaron, en el período 2012-2016, de 3.415 millones de dólares a 3.836,4 millones.
De otra parte, el Gobierno resalta el hecho de que, en los últimos cinco años, el número de empresas que exportan a Estados Unidos ha crecido un 13,0 por ciento y que los nuevos productos que se vienen exportando de manera consistente a esta nación son 72.
También se indica que, desde que está vigente el TLC, han sido 8.764 compañías las que han exportado algún producto a la nación del norte. De estos bienes, 356 nunca se habían colocado en este mercado.
Finalmente, en estos últimos cinco años, la inversión estadounidense directa en Colombia creció 41,0 por ciento hasta alcanzar la suma de 11.724 millones de dólares. Estos recursos se han dirigido a distintos sectores, como software, metalmecánica, agroindustria y turismo.
Diversos factores tanto internos como externos han afectado el desarrollo del TLC con Estados Unidos. Entre ellos están la destorcida del pxrecio del petróleo, el bajo crecimiento de la economía estadounidense, los desastrosos efectos de la enfermedad holandesa en el aparato productivo colombiano, y la baja productividad y competitividad de muchas actividades industriales y agrícolas.
Además de ello, hay problemas estructurales que hacen que en Colombia no se haya generado una sólida cultura exportadora que lleve a las empresas a sacar un mayor provecho de las oportunidades y las evidentes ventajas que implica el TLC.
Ello, como se ha dicho en otras ocasiones en estas pági- nas editoriales, tiene que ver con el hecho de que la economía colombiana continúa siendo relativamente cerrada.
Esto hace que, de una parte, la política comercial se convierta en fuente de rentas que desestimulan la búsqueda de oportunidades de exportación. De otra, que no se generen los incentivos económicos y comerciales necesarios para que las empresas incorporen procesos que impulsen la innovación, la productividad y la competitividad.
De esta manera, la oferta exportadora del país es poco diversificada y continúa limitándose a bienes básicos y con bajos niveles de valor agregado. Los productos con altos niveles de sofisticación son la excepción en la canasta de exportación.
Este estado de cosas pone de presente lo importante que, para el aprovechamiento pleno del TLC con Estados Unidos, resulta que el Gobierno finalmente se decida a poner en marcha la reforma arancelaria que tiene engavetada.
Adicionalmente, se necesita que las políticas de estímulo a las exportaciones se muestren más eficaces y que la de desarrollo productivo se aplique de manera más contundente. Para ello, el compromiso y el apoyo del sector empresarial son fundamentales