LAS NUEVAS VEDETES
Grotesco espectáculo el que nos vienen presentando por estos días, no solamente los diferentes medios de comunicación sino, también, muchos rectores de planteles educativos y organizadores de eventos culturales, quienes, parece ser, consideran “in” o de alta intelectualidad, contar con la presencia de los narcoterroristas de las Farc, como si se tratara de grandes celebridades y no de los más sanguinarios verdugos que ha tenido el país.
Suficiente afrenta para los colombianos (la mayoría), tener que ver esos individuos pavonearse orondos por todas las ciudades, rodeados de escoltas y viajando en aerolíneas comerciales o privadas, obviamente, en primera clase, sin haberle dado antes la cara a la justicia y sin haber entregado las armas, como para tener que soportarlos, también, dando públicas lecciones de buen hacer político, moral y familiar.
Tal vez, si les hubiésemos visto algo de respeto por la justicia, de arrepentimiento y de humildad, de preocupación por resarcir a sus víctimas, en fin, si hubiesen dado la más mínima señal de querer verdaderamente reinsertarse a la sociedad civil para ayudar, como cualquier buen parroquiano, a construir un mejor país para todos, las cosas fueran diferentes. Pero nada de eso es así. Por el contrario, vemos que cada día esos criminales están más envalentonados, más altaneros. Una partida de sinvergüenzas que no ven la hora de alzarse con el poder para imponernos a la brava su ideología. Cínicos que no se sienten responsables de nada, y que cuando son averiguados por las inocultables atrocidades que cometieron, se justifican diciendo que fueron “errores” a los que se vieron forzados por el “terrorismo de Estado”.
Muy seguramente, esa sarta de mentiras y de excusas que nos echan a nosotros, será la misma que echarán a los jueces del Tribunal Especial para la Paz. Queda claro, entonces, que el único oficio de esa entidad será el de poner entre los palos a todos aquellos que interfirieron o fastidiaron, de una u otra manera, su carrera delictiva.
Insolentes que no han hecho más que burlar lo pactado, porque esta es la hora en la que no han devuelto los niños, ni los secuestrados; hora en la que no dan razón de los desaparecidos, ni mencionan los cultivos de coca, sus rutas, sus socios, ni del dinero del narcotráfico; no mientan tampoco, los milicianos que no piensan desmovilizar, ni los cuatro mil guerrilleros que tienen apostados y armados hasta los dientes en Venezuela; hora en la que siguen armados, pero muy molestos, eso sí, porque el Ejército les incautó unas caletas atiborradas de armamentos y dinero, y porque el Gobierno ha quebrantado algunos de los compromisos adquiridos, como por ejemplo, no haberles terminado de organizar y dotar con todas las comodidades exigidas, la Zonas Veredales Transitorias, en las que, como ya advirtieron, piensan que- darse indefinidamente.
Ahora bien, si este es el comportamiento de estos individuos ahora que supuestamente están en la etapa de seducción al Estado y al pueblo colombiano ¿cómo será, entonces, cuando estén entronizados y empoderados ejerciendo los cargos y disfrutando de las gabelas que el señor Santos, arbitrariamente resolvió otorgarles?
Este es el fruto del contrahecho proceso de paz en el que nos deja embarcados nuestro dichoso presidente Nobel.
Desolador horizonte el de un país en el que delincuentes de la peor laya son las nuevas vedetes
Triste espectáculo ver a los narcoterroristas de las Farc en planteles educativos y actos culturales como si se tratara de grandes celebridades.
Desolador horizonte el de un país en el que delincuentes de la peor laya son las nuevas vedetes. Este es el fruto del contrahecho proceso de paz en el que nos deja embarcados nuestro dichoso presidente Nobel.