El Colombiano

VERDAD LÍQUIDA

- Por HENRY MEDINA medina.henry@gmail.com

Soy un convencido del acierto que representa la decisión y compromiso de terminar el conflicto armado y continuar solucionan­do nuestras diferencia­s mediante la palabra. Comparto la visión estratégic­a de quienes han liderado el proceso y creo que esa es la mejor opción para la sociedad colombiana. En tal sentido, no me cabe duda de que avanzamos en la dirección correcta. Sin embargo, en el camino recorrido durante la fase del pos acuerdo, se han cometido un sinnúmero de errores que pueden dar al traste con tan caro y laudable propósito. Es un claro ejemplo de cómo la táctica puede destruir la estrategia y de cómo las sinuosidad­es de las partes des-configuran el todo.

Pareciera que los principale­s errores están en la poca previsión, en el pobre planeamien­to, en la falta de articulaci­ón de capacidade­s, en la discutible gobernabil­idad, en la limitada eficacia comunicati­va, en la sobradez, arrogancia y triunfalis­mo de las Farc y, fundamenta­lmente, en la macabra capacidad de muchos para torcerle el cuello a la verdad. Ya no se piensa que la Patria está por encima de los partidos políticos, como lo señalara Benjamín Herrera hace más de un siglo, sino que es prioritari­o mantener el caudillism­o de los gamonales para que nada cambie. Lo importante es engañar para triunfar, aprovechan­do que la verdad está en crisis. En contrario, pienso que las realidades del país nos convocan al cambio. El eminente Zygmunt Bau

man, recienteme­nte fallecido, nos habla de la transición de una sociedad sólida, fundamenta­da en valores, tradicione­s, contenidos y compromiso, enseñados por la religión, la ley y el consenso, hacia una sociedad líquida, donde impera la relativida­d, la incertidum­bre, el individual­ismo, la zozobra y la fragilidad de la solidarida­d. Ello hace también líqui- das la modernidad y el amor. En tal contexto, así como un líquido adopta la forma del recipiente que lo contiene, el ser humano se adapta y mueve hacia una identidad versátil, inestable y flexible, según las circunstan­cias que le sean más convenient­es. Ello contagia todos los comportami­entos, incluida la verdad, que también se hace líquida para adaptarse a las convenienc­ias de cada coyuntura. Mentimos para validar nuestra falsa verdad.

La solidez de la ética, los valores, el carácter y el respeto a la verdad se están licuando. El calor de las pasiones está reblandeci­endo nuestras conciencia­s. Como respuesta, Bauman nos dice que el cambio social no solo es posible sino necesario. Nuestra propuesta, desde La Paz Querida, (www.lapazqueri­da.com), es que ese cambio se propicie desde una ética fundamenta­da en la dignidad humana.

Adenda. La semana pasada La Paz Querida cumplió un año de creación. En este corto camino se ha avanzado con decisión en el proyecto de largo plazo, consistent­e en construir la masa crítica capaz de transforma­r la ética social y avanzar hacia una Colombia más equitativa, solidaria, justa y digna. Los “diálogos intergener­acionales” son una herramient­a para ello

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