El Chagualo, de talleres a Distrito
En esta zona y en Sevilla, antes permeados por problemáticas sociales, intervendrán 170
El sonido de los martillos no alcanza a opacar el run- run de los motores que se mezcla con la música de un puñado de bares que suena desde el mediodía y hasta la madrugada. En el Chagualo de hoy, como en el de ayer, los visitantes encuentran el arreglo y los repuestos para sus carros, herramientas para construcción, pintura y se toman un trago de licor.
A menos de 500 metros de ese mundo de comercio, desordenado y quizá hostil, está Ruta N, símbolo de la innovación de esa Medellín que busca transformación y progreso.
Las conversaciones en inglés ya no sorprenden. De la cotidianidad de ese barrio, en el que confluyen los estratos 2, 3 y 4 y que marca el final del centro y el inicio del norte de la ciudad, hacen parte decenas de extranjeros que caminan por las aceras, joviales, tranquilos, seducidos por un sistema de transporte que marcha al ritmo de buses ligeros, metro y estaciones de préstamo gratuito de bicicletas.
Junto a los gringos, por las aceras—antes a medio poner y precarias, ahora adoquinadas y cómodas—caminan, apurados, los estudiantes de la centenaria Universidad de Antioquia y en un menor número, aunque con igual prisa, los trabajadores de la salud del San Vicente Fundación, Policlínica y la León XVIII.
Muchachos, cuando más de 30 años, nuevas generaciones, quienes recorren a diario El Chagualo, desconocen su pasado: bajo la luz del sol, mecánicos, obreros y buses de ruidosos motores y humo negro saliéndoles por los mofles; de noche, prostitutas, drogas y alcohol.
La transformación se viene
El nuevo Chagualo está sobre el papel desde hace una década. Es uno de los planes parciales que se propusieron anteriores administraciones de Medellín y contempla la renovación del norte de la ciudad.
Esa transformación inició con la construcción de los parques Los Deseos (2003) y Explora (2007), dos equipamientos que confluyen con el Jardín Botánico, el Planetario y el Parque Norte, embellecidos para que conjugaran armoniosamente en una zona que es ahora atractivo turístico de la ciudad.
Carabobo Norte, como se le ha llamado a ese espacio de entretenimiento con ingredientes de conocimiento, se complementó con Ruta N, que hace parte de un programa público que abrió sus puertas en el año 2009 y que tuvo entre sus objetivos albergar a empresas e in- versionistas extranjeros.
En cinco años, ese complejo ha recibido 172 empresas entre locales e internacionales y generó 3.164 empleos, que según sus directivas, son de calidad, es decir, formales y bien remunerados, “con salarios promedio de 4 millones de pesos”.
Además, revelan la capacidad de recibir unidades de negocio e inversionistas que se quieran asentar allí, pero está al límite y por ello hay 28 empresas en lista de espera.
El modelo, que consideran sus directivas exitoso, lo quieren expandir por la zona, integrada por barrios como Chagualo, Sevilla, Jesús Nazareno y San Pedro.
Así avanza el proceso
Paulina Villa lidera el proyecto de transformación al que se le dio el nombre de Distrito de Innovación, para desarrollarse en los próximos 12 años, y el cual contempla la construcción de la segunda parte de Ruta N y otros edificios de viviendas y oficinas, además de espacio público.
“Este es un proyecto pionero en la ciudad que requiere de un pensamiento muy abierto por parte de instituciones públicas, privadas y la comunidad. Este es un proceso de renovación económica, liderado por Ruta N, y que requiere que se transforme físicamente un territorio”, dice.
El primer hito del plan de renovación que pretende la intervención de 172 hectáreas y la posibilidad de desarrollar 1 millón 500.000 metros cuadrados y la construcción de 154 proyectos inmobiliarios, según Villa, fue la firma de un convenio para la viabilidad del Distrito.
“Los procesos de renovación urbana en la ciudad, que han sido pocos, se llevan a cabo cuando el municipio le entrega a la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU) la intención (el proyecto) y ellos hacen el resto (compras de predio e intervenciones)”, anotó.
Otro logro del proceso de transformación o Distrito es el convenio de cooperación suscrito en febrero pasado por Ruta N y el Banco Mundial para materializar las propuestas de inversionistas que quieran establecerse allí.
“Un inversionista o cualquier ciudadano o empresario tiene un vehículo para hacer algo en el territorio y que es robusto, pues es una alianza entre la EDU y la Alcaldía de Medellín que tiene gobernanza, está reglamentada y vigente por 12 años”, apuntó Villa.
Sigue lo más complejo
La zona que se intervendrá, se estima, es habitada por 10.000 personas. El 60 por ciento es residencial y el 40 por ciento restante tiene usos comerciales, industriales y educativos.
Según un estudio realizado por Ruta N, las vocaciones económicas hoy del territorio se dividen en un 48,1 por ciento comercial, 32,2 por ciento de servicios y 17,6 industrial, el resto es de unidades de reciclaje y otros usos.
Los promotores del Distrito son enfáticos en afirmar que este proceso será diferente a otros, traumáticos, como el de Naranjal, donde la oposición de algunos comerciantes a ser reubicados ha sido férrea.
Carlos Rendón trabaja hace 17 años en un taller de pintura que existe hace 20 años en Chagualo. Aunque lo entusiasma la idea de la renovación en la zona, teme por lo que pueda suceder con su empleo.
“Esto es muy desorganizado por acá. Los carros se parquean en cualquier parte para que los mecánicos le trabajen y hace taco. No hay orden, es un caos”, comenta.
Rendón cuenta que la información que ha recibido sobre la transformación es escasa, pero resalta que la zona ha mejorado de 15 años a hoy.
Esa misma inquietud, en el sentido de que no ha recibido la suficiente información de lo que será en el corto plazo su barrio, dice sentir Andrea Román, propietaria de una cafetería en el barrio Chagualo, sobre plena avenida Ferrocarril.
“Cómo nos van a quitar la fuente de empleo”, cuestiona, sin conocer detalles de la renovación y solo con la premisa de que “me contaron que nos van a sacar a todos”.