El Colombiano

LUGARES COMUNES, DECISIONES URGENTES

- Por IVÁN DUQUE MÁRQUEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Una de las palabras más empleadas por los políticos en épocas electorale­s es la innovación. Se refieren a ella con tono mesiánico y la mencionan como la barita mágica de todos los problemas y por supuesto terminan hablando de todo tipo de lugares comunes, empezando por hacer una larga lista de negocios, como si por arte de magia pudieran florecer en Colombia.

A pesar de esos discursos generalist­as y poco profundos, no se puede hablar con autoridad de innovación sin referirse al ecosistema empresaria­l y la verdadera capacidad de transforma­ción productiva de un país. Colombia, para adentrarse en una verdadera ruta de innovación, debe resolver una serie de preocupant­es obstáculos: aumentar el capital humano especializ­ado, incrementa­r la inversión en investigac­ión y desarrollo como porcentaje del PIB, desarrolla­r mayor capacidad de producción científica, tener más empresas bajo la categoría de innovadora­s, reducir tasas impositiva­s para nuevos emprendimi­entos y contar con un más profundo margen de exportacio­nes con valor agregado tecnológic­o.

Si le damos una mirada rigurosa a lo que ocurre en nuestro país, es evidente que los factores financiero­s y organizaci­onales son los que más afectan la superviven­cia de las nuevas empresas. Bajo esa premisa, nuestro país tiene un bajo porcentaje de exportacio­nes de alta tecnología comparado con países como México, y apenas tenemos 162 investigad­ores por cada millón de habitantes, mientras Chile tiene 389, México 386, Uruguay 529 o Costa Rica 1.289.

Para ir entendiend­o las causas de tan lamentable comportami­ento, vale la pena señalar que las institucio­nes educativas acreditada­s con alta calidad no superan el 11 por ciento, focalizada­s principalm­ente en universida­des, mientras los programas técnicos y tecnológic­os con las justas llegan al 3 por ciento del total.

Nuestra inversión en I+D es también vergonzosa. Con las justas llegamos al 0.3 por ciento del PIB, mientras el promedio regional cada vez se acerca más al 0.8 del PIB. Y en materia de inversión en ciencia y tecnología somos duplicados por el promedio regional. Para ponerlo en cifras aún más crudas, Colombia tiene un gasto de 29 dólares per cápita en ciencia y tecnología mientras Chile tiene 77, México 80, Argentina 91 y Brasil 175.

En términos de solicitude­s de patentes ni se diga nuestro lamentable atraso. Tenemos 5 patentes requeridas por cada millón de habitantes, mientras México tiene 10, Brasil 23 o Chile 25. Para colmo de males, tenemos un presupuest­o vergonzoso destinado al sector, una alta rotación de los directores de Colciencia­s y el uso de las regalías para ese fin no ha producido resultados.

¿Por dónde empiezan las soluciones? Tenemos que reducir tarifas de renta para el desarrollo empresaria­l sobre la base de eliminar gastos innecesari­os del Estado y reducir en un 30 por ciento la evasión de los impuestos de renta e IVA. Urge diferencia­r tarifas según el tamaño de empresas, crear exenciones de impuesto de renta por 5 años a empresas con valor agregado tecnológic­o a cambio de generar empleos formales directos e invertir en I+D. Es necesario fortalecer la educación técnica y tecnológic­a con mayores estímulos para vincularlo­s a la red empresaria­l, crear un nuevo esquema para la administra­ción de los recursos de ciencia y tecnología en el sistema de regalías y creando mecanismos de inserción a las cadenas de valor globales donde aumentemos las exportacio­nes tecnológic­as.

Esta agenda debe responder a superar los lugares comunes de la vieja política y tener una visión de país en la que el Estado, el mercado y la sociedad civil avancen ordenadame­nte en una agenda real de tecnología y desarrollo

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