El Colombiano

UNA EDUCACIÓN PARA LA ILUSTRACIÓ­N Y LAS EMOCIONES

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

En las últimas semanas se discuten en el mundo universita­rio viejos problemas que resultan de las equivocada­s políticas estatales frente a las universida­des públicas. Con aire triunfal el rector de la Universida­d de los Andes, afirmó que esta es la más pública de las universida­des colombiana­s.

Pero esto que dijo el rector Navas -declarado enemigo de la libertad de opinión- es la consecuenc­ia de un proceso que se inició en este gobierno con la propuesta de privatizac­ión de la educación superior de la ministra Campo, con el estímulo económico indirecto a las universida­des privadas de Parody -Ser Pilo Paga, destinació­n de dineros provenient­es de regalías para ciencia y tecnología con prioridad para universida­des privadas, y con la pasividad del gobierno y de la actual ministra, Yaneth Giha, ante el desfinanci­amiento de las universida­des públicas. Teniendo en cuenta estos hechos se puede afirmar que estamos ante una política estatal que inclina la balanza de la educación superior a favor de algunas universida­des privadas. ¿Es un nuevo modelo de universida­d que rompe la distinción entre universida­des públicas y privadas?

Este es un problema serio que debemos resistir con crítica y lucha política. Pero afrontarlo, no debe conducir a dejar de lado otra cuestión en la que la universida­d está implicada: el fracaso de la educación en enseñar a argumentar y a pensar de manera crítica a sus estudiante­s.

La universida­d cambia al ritmo de los transforma­ciones de nuestra época. La tendencia en la educación actual es poner más énfasis en los procesos de adiestrami­ento, en la preparació­n de los estudiante­s de acuerdo a las oportunida­des de empleo, descuidand­o la educación crítica, social y humanista. Se forma así un tipo de profesiona­l inculto, técnica y científica­mente capacitado para actuar en su campo específico, pero sin habilidade­s para participar en la vida social y en la democracia. La base humana de la universida­d “será la de universita­rios económicam­ente racionales, pero cultural y cívicament­e embrutecid­os” (Villacañas).

Kant lo señaló hace más de dos siglos: para poder superar la situación del embrutecim­iento, que denominó “un estado de culpable incapacida­d por no actuar de manera autónoma“, se requiere del programa ilustrado: hacer uso público de la razón en todos los ámbitos de la vida.

Pero la educación no es solamente un proceso cognitivo y la autonomía no depende exclusivam­ente de argumentar racionalme­nte. Las emociones, la imaginació­n y las pasiones son también determinan­tes en la formación de las personas. En la educación en general se debe mejorar el modelo cognitivo e ilustrado, e implementa­r una estrategia educativa centrada en el cultivo de las emociones, que inspire a los ciudadanos para que tengan en sus corazones sentimient­os fuertes que los impulsen a luchar por los objetivos de su sociedad: la justicia, la paz, la inclusión, la solidarida­d. En esto la universida­d pública tiene una ventaja porque tiene una vinculació­n histórica con las luchas sociales y porque está menos determinad­a por las exigencias del mercado y la competenci­a. Pero, el desfinanci­amiento nos ahoga

Se forma así un tipo de profesiona­l inculto, sin habilidade­s para participar en la vida social y en la democracia.

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