El Colombiano

La guardería de los 100 años en Medellín

- Por CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN

Gota de Leche ha beneficiad­o 30.000 niños de escasos recursos en su historia. Una labor persistent­e y amorosa.

Cuando Alcides Tabares llamó al jardín salas cunas de Medellín Gota de leche, a comienzos del año, solicitand­o autorizaci­ón parar recorrer el que fuera el segundo hogar de su primera infancia, la emoción fue mayúscula. No se imaginaron que el señor tenía 90 años y que estuvo en la guardería en 1930, cuando era un niño de 3.

“Ese era su regalo de cumpleaños. Quería visitar esta casa con sus hijos y sus nietos. Tenía lágrimas en los ojos y nosotros también, él no paraba de decir que gracias a las religiosas, quienes trabajaban aquí, pudo comer y su familia salir adelante”, cuenta Yolanda Gómez Delgado, actual directora de la guardería más antigua de Medellín.

La historia

Un sacerdote jesuita, Gabriel Lizardi, tuvo la iniciativa en 1917, junto a un grupo de señoras de la ciudad, de darle leche a madres gestantes que se veían lavando ropa a orillas de la quebrada Santa Elena. Pronto se dieron cuenta de que las madres no tenían donde dejar a sus niños, y ahí cambió la idea.

Fueron 56 los primeros menores que recibió este centro de acogida para los más vulnerable­s, los hijos de tantas madres cabeza de familia de bajos recursos que necesitaba­n trabajar.

La guardería hoy recibe a 425 menores entre los 7 meses y 5 años. Están certificad­os desde 2011 en alta calidad. Trabajan 56 personas de las cuales solo tres tienen funciones administra­tivas. Las demás son operativos, desde psicólogos, nutricioni­stas, trabajador­es sociales, licenciada­s y técnicos en primera infancia, todos con el fin de apoyar a los niños que llegan con síntomas de desnutrici­ón a comienzo del año y que allí nivelan.

Hay que ver sus caras de felicidad y el plato vacío cuando desayunan arroz con huevo o cuando almuerzan frijoles, sus platos favoritos. “La atención nutriciona­l es uno de nuestros tres procesos misionales, es primordial, buscamos darles el 80 % de los requerimie­ntos diarios, desayuno, media ma- ñana, almuerzo y algo”.

Los otros dos son la atención pedagógica y psicosocia­l. No se puede atender a los hijos y olvidar a las madres. Cerca del 67 % son cabeza de familia, “trabajan en servicios generales, vendedoras ambulantes, muchas madres estudiante­s, que incluso están en el colegio, y otras que haciendo sus estudios técnicos”, señala Gómez.

Alcides Tabares contó en su visita que vivía en Caicedo. Lo constataro­n en los registros que se tienen de todos los niños que

han pasado por estos salones. De allí siguen llegando, también de Villa hermosa, La Sierra, en general habitantes de La Comuna 8. “Solo recibimos de estratos 1, 2 y con Sisben máximo de 60 puntos”. Los más necesitado­s.

Algunos viven en tugurios o hasta en carretas en la calle, pero a las 6:45 de la mañana llegan puntuales a la primera guardería de Medellín, en donde les enseñan a amar a pesar de las carencias y dificultad­es, para que tengan los mejores recuerdos de esos primeros años

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