IMPOTENCIA
El título de esta columna resume bien lo que se siente al ver como nuestro país lleva decenas de documentos con recomendaciones en Conpes, Misión de Sabios, columnistas, de foros, etc., en los cuales se evidencia que las naciones que hoy son más competitivas lo logran basadas en una serie de condiciones, y que las más importantes de ellas tienen que ver con su capacidad científica y tecnológica para llevar innovaciones al mercado. La verdad, es que se siente impotencia al ver como la mayoría de nuestros políticos declaran la CTi como un propósito fundamental, no solo para el desarrollo económico sino también social. En campaña recitan casi de memoria cifras e indicadores globales y comparan a Colombia con los líderes en innovación por número de patentes, Phd, inclusive, por la relación Universidad-Empresa-Estado y hasta prometen llegar a inversiones en actividades en Ciencia, Tecnología e Innovación del 1 % sobre el PIB nacional. Triste ver como esta meta del 1 % lleva casi una década y no hemos podido lograrla y cada vez nuestros vecinos nos toman más distan- cia en la materia. Todo esto suena cuando menos destemplado, pero lo que sí está muy mal es que el 10 % de las regalías que se destinen a CTi y que no se estén aprovechando como es debido.
En efecto, no tiene presentación que a pesar de que las universidades presenten buenos proyectos, los centros de desarrollo tecnológicos se preparen para hacer realidad investigaciones archivadas por falta de recursos y las empresas organicen sus equipos de innovación para conformar alianzas con las universidades, el gobierno nacional presente un proyecto en el Congreso de la República para que el poco dinero de las comunidades científicas-tecnológicas vaya a la construcción de vías terciarias argumentando la falta de ejecución regional y la necesidad de presupuesto. No puedo dejar de mencionar la impotencia de muchos, que, como yo, a diario nos levantamos a trabajar para que nuestro país sea más innovador y ver cómo se esfuman nuestros presupuestos $1,3 billones de un solo plumazo.
Colombia es un país con fortuna, riquezas humanas y materiales que lamentablemente se han perdido, en gran medida, por intransigencia y corrupción del sector público y privado. Si la mano negra de la corrupción, que según la Contraloría Nacional ronda los $50 bilones, no estuviera presente, no solamente no habría que quitarles los recursos a nuestras comunidades cientí- ficas, sino que tendríamos suficiente presupuesto para las vías terciarias y para invertir en las zonas más apartadas que hoy tanto lo necesitan.
Debemos salir del círculo vicioso de repartir pobreza y mover recursos de un lado a otro para tapar huecos y necesidades apremiantes. Muchos estamos esperanzados en que el fiscal
Néstor Humberto Martínez sea efectivo mostrando resultados contra la corrupción y así probablemente parte de la impotencia que no es solo de la comunidad científica, sino nacional empiece poco a poco a diluirse.
P.D: qué poco impacto tendrá seguir formando Phd en Colombia si estos no tienen los suficientes recursos para investigar. Corremos el riesgo que sigan buscando países que sí apoyan la investigación. Ejemplo de ello es Francia donde Macron, su nuevo presidente, acaba de invitar a la comunidad científica que trabaje por el cambio climático a investigar desde Francia
Qué poco impacto tendrá seguir formando Phd en Colombia si no tienen los suficientes recursos para investigar.