México: periodismo en la mira
Aunque México en su conjunto sufre una violencia desbordada, la prensa afronta amenazas y muertes estremecedoras. Y la impunidad es aún peor. El asesinato de Javier Valdez rebosa la copa.
Decenas de periodistas protestaron ayer en México por el asesinato del colega Javier Valdez, de 50 años, uno de los más experimentados reporteros judiciales, reconocido por sus crónicas y libros sobre narcotráfico. La muerte a tiros del comunicador, en las calles de la ciudad de Culiacán, es el retrato sangriento e inquietante de la situación por la que atraviesa la prensa allí. Tiempo de amenazas y muertes, de impunidad e inacción del Gobierno.
Este homicidio se suma a otros cinco cometidos contra periodistas en 2017. Desde 2000, son 120 los colegas muertos. Valdez Cárdenas, con sus propias palabras, había descrito a EL COLOMBIANO la gravedad y la profundidad de lo que ocurre: “Estamos viviendo una especie de muerte del periodismo. Hoy en México es mucho más peligroso para los periodistas cubrir el nexo de los narcos con los políticos, empresarios y Ejército”.
Las críticas y los interrogantes del reportero fueron respondidos con doce disparos a quemarropa. Su humanidad quedó tendida en la calle, cerca del semanario Ríodoce, del que era confundador.
Se ha llamado la atención de manera reiterada frente a la durísima realidad mexicana de los últimos 10 años, pero en particular preocupa el recrudecimiento durante la administración de Enrique Peña Nieto. Casos como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014, recuerdan la impunidad que afronta la sociedad civil frente a acciones tan brutales.
Las encuestas mantienen una constante de reprobación a la presidencia de Peña Nieto del 73 por ciento. De igual manera, los promedios hablan de un 74 por ciento de la población que cree que el país va por mal camino.
Ese mal camino se muestra, en parte, en los rigores que sufre una prensa amenazada por estructuras criminales resultantes de la hibridación de intereses de las mafias del narcotráfico y sectores corruptos de la institucionalidad pública y privada y de las fuerzas armadas.
El presidente expresó sus condolencias a los familiares, amigos y colegas de Valdez Cárdenas, pero recibió de inmediato el cuestionamiento a las notas de pesar acostumbradas (casi protocolarias), sin los resultados judiciales requeridos (ver Opinión).
México percibe cómo, cada vez más, se estrecha la protección de los derechos ciudadanos, entre ellos de libertad de prensa y expresión y de movi- lidad. Ciudades periféricas sitiadas por las bandas criminales. Con retenes ilegales, extorsiones, secuestros, ejecuciones extrajudiciales, desaparecidos y con un control social asfixiante en las zonas fronterizas, del norte y del sur, y en las costas por las cuales las mafias suelen mover la droga y regentar su aparato financiero y sus atajos de circulante.
Advertía Valdez, con razón, que hoy algunos de los líderes políticos mexicanos son hechos a la medida de las necesidades de la superestructura del crimen organizado y de sus tentáculos en la economía y el poder público. En México se hace cada vez más palpable el pedido de la ciudadanía para que, a partir de las próximas elecciones, se adelante una reingeniería del aparato estatal y del ejercicio de la política y se depure y recupere la transparencia institucional.
Por lo pronto, la situación de la prensa y los periodistas, que es un medidor muy exacto de la salud de las democracias, presiona las alarmas sobre la importancia de que México enfrente su momento y reciba, desde fuera, la solidaridad necesaria para atender su crisis profunda de inseguridad y violencia