VIAJAR PARA ENCONTRARSE. ENTREVISTA CON MARCELA FERNÁNDEZ
Después del colegio fue a Francia a aprender el idioma, hizo un año de voluntariado en Italia, volvió a Colombia a cursar la universidad y luego regresó a España. Ahí decidió cambiar de rumbo y usar la educación no convencional. Se dio cuenta de que tenía el chip viajero.
Viajar conmigo misma... “Para mí es entender ese movimiento interior que uno tiene, conocer las diferentes etapas de la vida y aprender a acompañarse y a ver los ritmos. Hay una travesía exterior, que no necesariamente implica cambiar de lugar, sino que el día a día es un viaje exterior, es un movimiento”.
Viajar cambia al viajero... “Sí, porque te abre horizontes, permite que tengas encuentros inesperados, situaciones donde normalmente no estarías y eso lleva a que uno entienda cómo reacciona frente a momentos inesperados y desconocidos. Siempre hay mensajes, señales, se está aprendiendo de una manera muy inesperada, espontánea. Creo que cambia al viajero porque te permite estar más sensible y sacude el alma porque te está haciendo mudar de piel permanentemente y conectarte con el lugar en el que estás. Ese sacudón viene porque al estar en movimiento nos enriquece y eso hace que haya un despertar o conclusiones nuevas, o información que se digiere, se transforma y se aplica, normalmente en fases de crecimiento, de conexión más real como preguntarse quién soy, cómo reacciono, cómo me muevo”. Qué ha aprendido... “A entender el lenguaje de la humanidad, cómo estamos interconectados y el poder de la bondad de las personas: la gente es buena por naturaleza. Me ha enseñado a estar buscando aprender, a entender, a ponerme en los zapatos del otro. En estos años de viaje he aprendido cómo cada uno elige el estilo de vida. El poner del viaje como centro hace que las personas hayan decidido tener un estilo de vida para permitir que el viaje sea una constante”.