El Colombiano

Miguel Calero Jr. lucha por un lugar en Nacional

El hijo del legendario arquero colombiano habla de las bondades y de la herencia de su padre, pero reitera que quiere hacer su propia historia.

- Por WILSON DÍAZ SÁNCHEZ JUAN A. SÁNCHEZ

Tiene brazos largos y cara pequeña. Habla pausado y seguro, y cuando frunce el ceño hace más evidente el parecido físico con su papá.

En el lado izquierdo del cuello se tatuó, en números romanos, la fecha del fallecimie­nto de Miguelón (IV- XIIMMXII), como llamaban al legendario arquero colombiano. “Ese día pasó algo muy trágico, pero también es para recordar con amor. Se fue el show, pero quedó en el corazón de toda la gente”, relata el muchacho de 1.90 metros de estatura, cabello corto y negro, quien nació en Bucaramang­a y tuvo un paso fugaz por las divisiones menores del Pachuca (entre 2006 y 2007) y Boyacá Chicó con Eduardo Lara.

Su nombre completo es Miguel Alejandro, aunque prefiere que lo llamen solo Miguel Calero. El técnico Reinaldo Rueda le dice Miguelín, y en el equipo verde los jugadores lo apodan Júnior.

Tiene 19 años y hace más de un mes llegó a Medellín a probarse con Nacional, club que aprendió a querer desde pequeño, cuando lo llevaban al camerino. “Crecí con amor por esta institució­n, siempre pensé que sería un sueño recibir el mismo cariño que le profesaron a mi padre”.

En Pachuca la presión era demasiada por el apellido. “Es complicada esa pared que le ponen a uno. Es bueno que me comparen y mencionen las cosas buenas, pero incomoda que digan que no hago lo que hacía mi papá. Él se fue, tuvo su carrera y yo apenas estoy comenzando. Bonito que haya heredado muchas cosas de mi padre, pero le pido a la gente que entienda que somos dos personas diferentes”.

Pasión innata

Miguel siempre le habló de la importanci­a del estudio y poco trataban el tema del fútbol. Jugó de zaguero central, volante y delantero (posición en la que juega su hermano Juan José), pero nunca sintió la pa- sión que experiment­a en la portería. “La genética me llevó al arco, los movimiento­s son naturales, me enfoqué por ahí y me gustó. Mi papá nunca me pidió que tapara, solito lo hice”.

Cuando se le pregunta si se atrevería a brindar un show, sonríe y asiente. “Sí, claro, hay que hacerlo, aunque con una responsabi­lidad grande. Hay momentos para hacerlo, de resto soy aplicado en mi labor”. Ponerse una pañoleta en la cabeza, usar gorra o raparse (su papá lo hizo como promesa a un niño que padecía cáncer) no están en sus planes, así muchos se lo insinúen.

En su casa guarda guantes y uniformes que le enviaba Miguel, y los valora, pero agrega que no es apegado a lo material y que su legado le basta. Le motiva más aprender de la seriedad, mentalidad positiva y liderazgo, tan naturales en él. En videos repasa sus movimiento­s y mantiene presente que, a pesar de lo extroverti­do y alegre, Miguelón siempre fue un hombre respetuoso con el trabajo.

En su mente le quedó una frase que ahora aplica: “el triunfo o la derrota no duran más de dos días”.

Sabe que ese amor que tiene por la portería implica regularida­d. En Nacional disfruta al lado de Franco Armani, Cristian Vargas, Cristian Bonilla y los preparador­es Pedro Zape y Fabio Calle, además del profe Rueda, a quien respeta y valora.

La calidez hace que todos los días deje hasta la última gota de sudor en la cancha para ganarse un lugar

“Este chico trabaja con el equipo profesiona­l; posee buena talla y un componente genético que debe refrendar con la labor que hace”. MILTON PATIÑO Exarquero de Nacional

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FOTO Los preparador­es de arqueros Fabio Calle y Pedro Zape son los encargados de orientar a Miguel Calero. Ellos darán el concepto y los directivos determinar­án si se queda.

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