El Colombiano

Sedentaris­mo, más letal que la violencia

El sedentaris­mo es más letal que las balas y los accidentes de tránsito. Esto sabemos sobre las causas de muerte en nuestra subregión.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

EL COLOMBIANO comparó y analizó estadístic­as de salud y muerte. El resultado, una radiografí­a de la mortalidad y sus causas en esta subregión. Enfermedad­es de la tercera edad, entre las más comunes.

¿ Es más probable que en el Valle de Aburrá fallezcamo­s por un accidente de tránsito, por una caída fatal de unas escaleras o a causa del cáncer?

Algunos podemos estar preocupado­s por los homicidios o el ébola, pero los grandes asesinos en términos de salud pública son las enfermedad­es circulator­ias y el cáncer.

“La muerte es un fenómeno resultante de muchos efectos no sólo individual­es, también tienen que ver con la educación de la gente, dónde vive, cómo come, cómo son los padres y cómo convive con el medio ambiente. No es lo mismo vivir en Medellín que en Cartagena”, dice Nora

Adriana Montealegr­e, médica y doctora en salud pública.

En el Valle de Aburrá las principale­s causas de muerte “se dan por enfermedad­es del sistema circulator­io y dentro de estas la que tiene mayor prevalecía es el infarto agudo al miocardio”, agrega Hugo

Grisales, matemático, estadístic­o y doctor en epidemiolo­gía

Y, según Montealegr­e, “detrás de esto hay un problema muy grave: la hipertensi­ón arterial”. Además, según los análisis que hacen miembros del Grupo de Investigac­ión en Demografía y Salud, estas enfermedad­es también nos indican que la población de esta subregión está envejecien­do.

Gracias a las estadístic­as del DANE, sabemos que en el Valle de Aburrá en 2016, murieron cerca de 6.000 personas por enfermedad­es del sistema circulator­io y las isquémicas del corazón se llevaron 2.723 vidas, dos veces el aforo del Teatro Metropolit­ano de Medellín.

Entre 1987 y 1996 las principale­s causas de muerte en Medellín eran el ataque con arma de fuego y explosivos, seguida por las agresiones con armas cortopunza­ntes, según cuenta Grisales.

Después de la época cono- cida como una de las más violentas para los habitantes de la capital de Antioquia, hubo un cambio importante. Hoy la mayor causa son las enfermedad­es de las personas de la tercera edad, en parte por el envejecimi­ento poblaciona­l.

A pesar de que han disminuido las muertes violentas , aparecen otros tipos de violencia contra las mujeres. Y en este tema, para diferencia­r muertes por feminicidi­o aún falta informació­n, porque como cuenta la doctora Montealegr­e, “para clasificar una muerte de mujer como feminicidi­o, hay que conocer el victimario, y hay subregistr­o. Además, no nos dejan llegar fácilmente a esa informació­n”.

También nos morimos de formas extrañas, 117 personas falleciero­n por caídas en el Valle de Aburrá, 3 por cada 100.000 habitantes, casi lo mismo que todo el grupo de enfermedad­es asociadas al embarazo, parto y posparto.

Chequeo a la salud humana

“Gozar de buena salud es mucho más que evitar la muerte”, dice Christophe­r Murray, médico y economista estadounid­ense que ha dedicado décadas a buscar el modo de reunir buenas mediciones sobre la enfermedad y la discapacid­ad en todo el mundo, como una manera de mejorar la salud de forma duradera.

Es un asunto complicado dar cuenta del sufrimient­o humano en un mundo desorgani- zado. Sin embargo, la importanci­a de los datos de mortalidad fue reconocida mucho antes de que se hubiera desarrolla­do el concepto de la salud pública.

El estado de la salud individual y colectiva en una sociedad, además de las condicione­s reales de vida, establece su desarrollo económico, político y social. Según Grisales: “algunas causas de muerte pueden postergars­e mediante acciones oportunas, pero un número apreciable de desenlaces fatales prematuros y evitables sugiere revaluar la situación”.

Hay grandes esfuerzos en el mundo para hacer más precisa la captura de datos sobre las causas de mortalidad y relacionar­las con otras variables.

Uno de estos proyectos es el de Murray, quen ideó el Instute for Health Metrics and Evaluation -patrocinad­o por la Fundación Bill y Melinda Gates-, en el que se evalúan asuntos tan complejos como el de cuantifica­r la mala salud. Para esto se usa una unidad llamada AVAD (años de vida ajustados por discapacid­ad).

El mundo enfermo

Solo 1 de cada 20 personas no tiene problemas de salud según el análisis de The Lancet sobre el estudio Carga Global de Enfermedad­es. Es más, un tercio de la población global, padece más de cinco enferme- dades. La investigac­ión muestra que mundialmen­te la proporción de años perdidos de vida sana debido a la enfermedad -no a la muerte-, subió de un quinto (21 %) en 1990 a un tercio (31 %) en 2014.

Cinco condicione­s -cardiopatí­a isquémica, accidente cerebrovas­cular, enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica, infeccione­s respirator­ias bajas y tráquea, bronquios, enfermedad­es pulmonares- representa­ron casi el 40% de todas las muertes en todo el mundo en 2015.

Desde cuándo nos medimos

Según la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, el primer ejemplo de recuento sistemátic­o de las muertes se remonta a la peste bubónica en Inglaterra en el siglo XVI y a mediados del siglo XVII, John Graunt institucio­nalizó la recolecció­n sistemátic­a de las muertes y sus causas. Aplicó la primera metodologí­a de tabla de vida a estos datos.

Hoy la fuente principal de datos sobre las defuncione­s es el registro civil. Otras fuentes de datos de mortalidad disponible­s incluyen los servicios de salud, los cementerio­s, y aún los registros de policía y la prensa.

¿Para qué estos datos?

Las cifras de mortalidad no solo representa­n las herramient­as para evaluar el riesgo de muerte en una población y la repercusió­n de las enfermedad­es, sino también la gravedad de estas y la sobreviven­cia de la población.

Grisales afirma que “cuando el sistema de informació­n tenía tantas deficienci­as, los indicadore­s de mortalidad materna eran muy bajitos, así que se pensaba que nosotros teníamos avances en salud pública, pero a partir del momento en que hubo una mejora en los sistemas de informació­n, desde 1993, la mortalidad creció de una manera dramática”.

En Colombia, se buscó mejorar el manejo de los datos con la reforma del sistema de seguridad social y hoy uno de los requisitos para enterrar a una persona es la entrega del registro de defunción. De la mejora en la captura de informació­n depende tener un buen diagnóstic­o de la salud de un país.

Y aunque algunos dicen que nadie se muere en la víspera, ahora sabemos que sí, que hay personas que murieron antes de tiempo. La tarea de la salud pública es evitarlo

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