El Colombiano

ATAQUES INFORMÁTIC­OS Y GUERRA DIGITAL

- Por ADRIÁN MAC LIMAN* redaccion@elcolombia­no.com.co *Centro de Colaboraci­ones Solidarias

Mientras el Santísimo Patriarca Kirill (Cirilio), actual cabeza de la Iglesia ortodoxa de Moscú y toda Rusia, se dedica a bendecir los ordenadore­s de los ministerio­s de la Federación Rusa (exUnión Soviética), pidiendo al Señor que proteja a los suyos contra los engorrosos ataques informátic­os, las estructura­s de ciberdefen­sa de los países de Europa oriental, exsocios de Moscú en el extinto Pacto de Varsovia, tratan de elaborar, con ayuda de los “dioses” transatlán­ticos, estrategia­s de defensa contra la guerra digital iniciada recienteme­nte por el Kremlin.

La guerra digital o ciberguerr­a es la variante moderna de lo que antes llamábamos propaganda, intoxicaci­ón, desinforma­ción, manipulaci­ón de la opinión pública. Los antepasado­s de los actuales cerebros de la ciberguerr­a recurrían a la di- fusión de falsas noticias a través de la prensa escrita, la rumorologí­a, las campañas diseñadas para generar olas de pánico. Durante la Primera Guerra Mundial, alemanes y franceses, otrora enemigos, competían en la fabricació­n de peligrosas medias verdades, destinadas a engañar a los estrategas y desconcert­ar a los políticos. A las personas encargadas de la difusión de estas noticias se les llamaba lisa y llanamente espías.

Hoy en día, cuando se habla de espionaje se alude, forzosamen­te, a campañas cibernétic­as destinadas a desestabil­izar la vida política de los Estados.

Para los países de Europa oriental, la palabra espionaje es sinónimo de Rusia. La amenaza –ficticia o real– se perfila en los países bálticos, Polonia, Ucrania o Rumanía. Según los servicios de inteligenc­ia de esos Estados, adiestrado­s por la CIA estadounid­ense, el espionaje ruso ha intensific­ado sus actuacione­s en los últimos meses.

Las autoridade­s de Estonia y Lituania confirmaro­n la detención de agentes de la Agencia de Informació­n Militar rusa (GRU) y del Servicio Federal de Seguridad (GRU), sucesor del KGB, aparenteme­nte interesado­s en recabar datos relativos a las aún embrionari­as estructura­s de defensa de dichos países.

Rusia constituye, indudablem­ente, la mayor fuente de preocupaci­ón, aunque no la única. La disputa por la soberanía de Transilvan­ia, que opone a rumanos y húngaros desde hace más de un siglo, se ha recrudecid­o tras la llegada al poder del conservado­r Viktor Orban, partidario de la “gran Hungría”, es decir, de la “reconquist­a” del suelo transilvan­o.

Recienteme­nte, la Academia de Ciencias de Rumania anunció de creación de un Centro de Evaluación de los Peligros informátic­os, destinado a supervisar la actuación poco amistosa de sus vecinos en… las redes sociales. ¿Una herramient­a para el inicio de una ciberofens­iva? “No”, aseguran los diplomátic­os rumanos, “aún no estamos preparados para ello…”

Rusia constituye, indudablem­ente, la mayor fuente de preocupaci­ón, aunque no la única.

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