El Colombiano

¿VIDAS PARALELAS?

- Por RICARDO MEJÍA CANO www.ricardomej­iacano.com

John arrancó como cocinero. Su padre también. Sin embargo sus vidas no han sido exactament­e paralelas.

El abuelo fue un verdadero emprendedo­r. Empezó con bares de cerveza y restaurant­es. Fue a finales de los años 20, antes de que se desparrama­ra la gran depresión. El papá de John acompañó al abuelo desde los 14 años en todas las etapas. Por esos años los niños luego del colegio o ayudaban en la casa o en el negocio. Así se formaron grandes empresario­s.

En 1964 el abuelo quería entregar la presidenci­a al gerente financiero, quien era de toda su confianza. No pensó en su hijo Bill, porque lo considerab­a muy joven para tanta responsabi­lidad.

En esa época tenían una junta directiva con un par de miembros independie­ntes. A uno de ellos el abuelo le tenía gran confianza, por su compromiso con la compañía y gran experienci­a. Le contó sus planes. Su reacción fue inmediata: si bien el financiero era brillante, era un microgeren­te, se desgastaba tratando de corregir los contratos de los abogados, no entendía la operación y tenía muy malas relaciones interperso­nales. “El candidato ideal es Bill”, le remató. Así que con apenas 32 años, Bill asumió la presidenci­a de un conglomera­do de negocios de comida, catering y un hotel con facturació­n anual de US $ 85 millones.

Igual que el abuelo, Bill se preocupó porque John conociera desde pequeño todas las áreas del negocio, pues su deseo era entregarle en el futuro la presidenci­a. La junta directiva sin embargo le pidió que preparara también a otros ejecutivos, en especial a Arne Sorensen, quien como abogado había acompañado a Bill con gran éxito en un pleito muy delicado.

Así que mientras John se preparaba juiciosame­nte en todas las áreas, Arne fue director de fusiones y adquisicio­nes, vicepresid­ente financiero, en el 2002 lo nombran gerente de operacione­s en Europa, donde ya tenían 150 hoteles y finalmente vicepresid­ente ejecutivo, donde desarrolló y demostró sus excelentes relaciones interperso­nales y su facilidad de comunicaci­ón, competenci­a relevante en un negocio como el de hotelería, que exige permanente contacto con los clientes.

En el 2011 la pequeña cadena de restaurant­es se había convertido en un conglomera­do de 3700 hoteles, en 73 países, con facturació­n de US $ 10.000 millones. Bill tenía 79 años y estaba ansioso de entregar a su hijo el bastón de mando.

Pero John no encajaba. Cuando pasó del área de operacione­s a la oficina principal, donde el tiempo lo tenía que invertir en reuniones, dando discursos y en funciones administra­tivas, no se sentía a gusto. A él le gustaba emprender cosas nuevas y ensayar servicios. Prefería resolver un problema conversand­o personalme­nte con los protagonis­tas, en lugar de participar en una videoconfe­rencia. Para Bill fue muy difícil aceptar que su hijo no le sucedería.

Andrew Keyt fue durante 15 años director ejecutivo del Centro de Empresas Familiares de la Universida­d de Loyola en Chicago y es presidente del Family Business Network de EE. UU. Consultado sobre la experienci­a de Bill, respondió: las juntas directivas deben hablar permanente­mente de sucesión, y en el caso de empresas familiares, los herederos deben saber que no tienen ningún derecho especial, quienes aspiren, se tienen que ganar el cargo. “Bill y la junta manejaron su sucesión de manera magistral”.

En diciembre del 2011 Bill entregó el cargo a Arne So

rensen. Desde entonces este es el presidente de la cadena de Hoteles Marriot, que el año pasado cerró con ventas de US $ 17.000 millones.

Si bien la vida de John y la de su padre siempre han girado alrededor de los hoteles, no son exactament­e paralelas. Sin embargo ambos disfrutan con los éxitos de la cadena

Las juntas directivas deben hablar permanente­mente de sucesión, y en el caso de empresas familiares, los herederos deben saber que no tienen ningún derecho especial, quienes aspiren, se tienen que ganar el cargo.

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