LOS NIÑOS DE 4 AÑOS NO ACTÚAN COMO TRUMP
La analogía se ha generalizado entre sus críticos: Donald
Trump es como un niño. Hacerlo presidente fue como hacer de un niño de cuatro años el líder del mundo libre.
Pero la analogía está profundamente equivocada, y es injusta con los niños. La investigación científica del desarrollo a lo largo de los últimos 30 años demuestra que Trump es completamente diferente a un niño de cuatro años.
A los niños de cuatro años les importa profundamente la verdad. Constantemente tratan de buscar información y averiguar cómo funciona el mundo. Claro está que los niños de cuatro años, así como adultos, en ocasiones mienten. Pero Trump no solo miente; parece no importarle si sus declaraciones son ciertas o no.
Los niños de cuatro años tienen una curiosidad insaciable. Simplemente observe a un niño “meterse en todo” - poniendo en peligro su propia seguridad para investigar objetos interesantes nuevos como cuchillos y tostadoras. Trump se niega a leer y se aburre con cualquier cosa que no lo involucra personalmente.
Los niños de cuatro años pueden prestar atención. Les da dificultad cambiar el enfoque de su atención en respuesta a órdenes arbitrarias. Pero estudios recientes demuestran que hasta los bebés sistemáticamente dirigen su enfoque hacia los eventos y objetos que les enseñarán más. Prestan especial atención a eventos que contradicen lo que ya creen. El Sr. Trump se niega a prestarle atención a cualquier cosa que choque con sus ideas preconcebidas.
Los niños de cuatro años entienden la diferencia entre fantasía y realidad. Ciertamente disfrutan de jugar a disfrazarse, imaginar que el mundo está lleno de villanos y que son héroes todopoderosos. Pero los estudios demuestran que ellos saben que están fingiendo y entienden que sus acompañantes imaginarios son solo eso: imaginarios. Trump no parece tener sentido de los límites entre sus fantasías de autoengrandecimiento y la realidad.
Los niños de cuatro años tienen una “teoría de la mente”, una comprensión de sus propias mentes y las de los demás. En mi laboratorio hemos encontrado que los niños de cuatro años reconocen que sus propias creencias del pasado pueden haber sido erradas. Trump se contradice él mismo sin vacilación y no parece reconocer cualquier conflicto entre sus creencias pasadas y actuales.
Los niños de cuatro años, contrario a la creencia popular, no son egocéntricos ni egoístas. Ellos entienden y se preocupan por cómo otras personas sienten y piensan. En mi laboratorio, que estudia el desarrollo cognitivo de los niños, hemos descubierto que incluso los niños de 1 año y medio pueden entender que otra persona podría querer algo diferente de lo que ellos quieren.
De hecho, niños de tan solo 1½ años demuestran empatía y altruismo: se apresuran a consolar a alguien que está herido, y espontáneamente se esforzarán para ayudar a alguien. En un estudio, si los niños de 1 año veían a un extraño dejar caer un lapicero y esforzarse para cogerlo. Trump no muestra empatía ni altruismo, y su egocentrismo es asombroso.
Los niños de cuatro años tienen un fuerte sentido moral. Niños tan pequeños como de dos años y medio dicen que hacerle daño a otro niño siempre está mal, aunque una figura autoritaria dijera lo contrario.
Los niños de cuatro años son sensibles ante las normas sociales y piensan que ellos mismos y los demás las deben obedecer. Incluso los niños de 2 y 3 años protestaron cuando vieron que alguien infringía las reglas. Trump ha demostrado una y otra vez su desprecio por las normas de comportamiento en cada comunidad a la que ha pertenecido.
Ahora bien, todo esto no quiere decir que un niño de 4 años sea un buen jefe ejecutivo. Ser presidente es ciertamente un trabajo adulto. Sin embargo, la mayoría de los adultos, incluso la mayoría de los presidentes, y ciertamente los mejores presidentes, logran conservar algunos de sus rasgos infantiles -curiosidad, apertura a la experiencia, sensibilidad intuitiva a los demás.
Todos estaríamos mejor si Trump fuera más parecido a eso
La investigación científica demuestra que Trump es muy diferente a un niño de cuatro años.