El Colombiano

EL POLVORÍN SOCIAL

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

Bill Gates recomienda a los jóvenes que empiezan su vida profesiona­l, enfocarse en uno de estos tres campos: inteligenc­ia artificial, energía o biociencia; pero esta recomendac­ión deberá ser el segundo plano para nuestros chicos colombiano­s. Porque aquí tenemos que empezar por lo básico: chicos que aprendan sobre la necesidad apremiante de una generación que trabaje por hacer menos inequitati­va nuestra sociedad y así sacar a Colombia del escenario tercermund­ista que la tiene rezagada. Miremos a Buenaventu­ra: el puerto más importante de Colombia, sobre el océano Pacífico, apenas tiene agua pota- ble durante 6 horas diarias y, según declaracio­nes escuchadas en Caracol radio, el desempleo está por encima del 60 %. Chocó, la región más biodiversa del país, está en la miseria.

Chocó y Buenaventu­ra son el fiel reflejo de lo que pasa en la periferia de Colombia. Son el resultado de la desidia de todos los gobiernos centrales, incapaces de atender las necesidade­s reales de la población, pero listos a exaltar las maravillas de lo que (no) han hecho. La gente está hastiada del abuso permanente recibido por décadas.

A lo largo de la historia los “servidores” públicos, tan profesiona­les ellos, no han sido capa- ces de resolver las necesidade­s básicas que generan las revueltas, para evitarlas. Ni el gobierno Santos, ni el gobierno Uribe (ni el de Pastrana, Samper, Gaviria, Barco, Belisario, Turbay… etc.) han sido capaces de llevar progreso a la gente. Hoy es evidente de tanta ineptitud y palabrería. Colombia ha tenido los recursos para disminuir la pobreza, pero todos esos gobernante­s han sido incapaces de acortar la brecha de la inequidad que cada vez se acentúa más. Ellos son responsabl­es del polvorín social que viven algunas partes del país. Y lo peor es que no tenemos para dónde mirar. Porque no me vengan a decir que los candidatos de 2018 que representa­rán al comunismo (y más al bolivarian­o), sistema probadamen­te fracasado en el mundo, tienen la solución a las desgracias sociopolít­icas del país.

Por eso es necesario que las nuevas generacion­es de colombiano­s se dediquen, primero, a aprender a practicar sistemas de gobierno que atiendan las necesidade­s básicas e inmediatas de alimentaci­ón, empleo, salud y servicios públicos dignos, en las periferias, para acortar la brecha y detener el polvorín social. Cuando salgamos del tercer mundo, bienvenida la práctica de las profesione­s que caracteriz­an al primer mundo

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