ACUERDO DE PAZ CON LAS FARC Y PROCESO CON EL ELN
Su papel público más reciente está ligado al Acuerdo de paz, ¿cómo ve usted el proceso de implementación?
“Yo creo que haber terminado el conflicto con las Farc —hecho que ya ocurrió y eso no puede olvidarse— me parece que es una especie de milagro. Llevamos más de ocho millones de víctimas, 220.000 muertos, de los cuales el 80 % corresponden a población civil, hemos pasado la cifra de 7 millones de desplazados y lo que está claro es que desde el momento en que se decretó el cese al fuego, no hay una sola víctima por razón del conflicto con las Farc. Lo otro es, insisto, que la discusión no debe ser tanto el Acuerdo si no las posibilidades que este brinda de transformaciones futuras en el país. Por ejemplo, el Punto Uno sobre Reforma Rural Integral es una asignatura pendiente de los colombianos, la concentración de la tierra es una evidencia, el mal uso de la tierra también lo es. Quizás no hemos logrado que los colombianos vean ese cambio de actitud frente al punto agrario. La demanda por el mejoramiento de la política es unánime. No hay un solo colombiano que piense que no tenemos problemas en el ejercicio del sis- tema político y allí se abren posibilidades. Esto ya no es un tema con las Farc, es con Colombia y es allí donde debemos concentrarnos frente a los desafíos. Respeto las críticas, sé que hay decisiones enormemente duras en el terreno moral, todo lo que tiene que ver con la Justicia ofende a muchos colombianos. Pero hay que doblar la página, cerrar el conflicto y entrar en un proceso de reconciliación”.
¿Le preocupa la implementación?
“Sin drama. Sin misterio le digo que yo sí veo nubarrones en el proceso de implementación del Acuerdo, en lo jurídico y en lo material. Tengo preocupaciones. Para mí esa es una evidencia, algunos ahora tratan de minimizar eso, pero no es bueno esconder la cabeza como el avestruz. Ante esa evidencia lo que hay que hacer es conjugar una enorme coalición que no se limite a los partidos en el Congreso, sino que tiene que nutrirse de otras fuentes. El primer deber del Congreso es solidificar su mayoría para preservar en las votaciones las decisiones que contribuyan a aplicar el Acuerdo, eso es obvio, pero a futuro no es suficiente, hay que enviar un mensaje más sólido que congregue. Hay que proteger una paz que apenas nace”.
El proceso con el Eln es una herencia inevitable. ¿Qué lectura hace de lo que está pasando con esos diálogos?
“Esa respuesta la doy como ciudadano porque no tengo ninguna representación oficial y ese proceso está en manos de Juan Camilo Restrepo. Quiero anotar que el Eln tiene unas características distintas a las Farc, tiene una estructura de mando diferente, es un movimiento más federalizado, que muchas veces sostiene que su papel es intermediar entre el Gobierno y la llamada sociedad civil lo cual genera dificultades para una negociación. Además piensan que antes de terminar este Gobierno no concluirían un acuerdo de paz, pues genera preocupaciones. Hay una ceguera del Eln y considero que este es el momento, que está demostrado que el diálogo es efectivo, que es posible entrar en un proceso de dejación de armas y de reincorporación, pero no hay que equivocarse. Ese proceso tiene todavía enormes retos y confiemos en que se puedan superar rápidamente”.