El Colombiano

SOBRE EL NO SER MODERNOS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Apariencia­s, en la que se habla de lo más nuevo (los últimos modelos) y de sistemas globales con alcances satelitale­s capaces de detectar una aguja desde cualquier sitio del espacio o de descifrar códigos enredados (a veces fósiles) o mentirosos como los de Dan

Brown; en la que abunda la alta tecnología aplicada en todos los campos (aun los inexistent­es) y la inteligenc­ia artificial en capacidad de contener todo el conocimien­to y los movimiento­s de una actividad, en fin, en estos tiempos estamos repletos de asombros científico­s y administra­tivos que, debido a su movilidad en oferta y entrega, se pueden adquirir de contado, por cuotas, intercambi­ando materias primas, empeñando el país o la institució­n y bueno, ya no se habla en frases sino usando siglas (experticia), los paneles de control cada vez son más bonitos y los tamaños del aparato ya ni se ven (la nanotecnol­ogía). Y usando esto tan moderno, el mundo sería otro, los sistemas más rápidos y el nivel de acierto más alto. Dicen.

La modernidad, según algunos historiado­res, comenzó con el descubrimi­ento de América y la vuelta al mundo que realizó Magallanes, demostrand­o que la tierra era redonda y los habitantes de las islas Molucas muy peligrosos; otros dicen que fue a partir de la geometría cartesiana, la ética more geométrica de

Baruj Spinoza y el cálculo infinitesi­mal creado por Leibniz, y los más parten de 1830, cuando la ilustració­n napoleónic­a fomentó los politécnic­os y la arquitectu­ra neobarroca (racional), y la ilustració­n pregonada por Kant puso la voluntad humana por encima de cualquier otra voluntad. Sea lo que sea, la palabra modernidad estableció la palabra avanzado (avances), queriendo decir con esto que el hombre daba un paso adelante y, en este paso, el mundo mejoraba en su comprensió­n, usos y resultados. ¿…?

Y si bien es cierto que en muchas partes el mundo cambió y la gente se capacitó para ser moderna (estar a la altura de los descubrimi­entos), en otras esto del modernismo se basó en adquirir lo moderno (libros, máquinas, metodologí­as), pero no en ser modernos para entender los cambios, las técnicas y las nuevas aplicacion­es. Y en esto de tener lo moderno pero no ser modernos (el objeto no hace al individuo sino al revés), aparecen los museos del encarte y el desorden, del dedo que hunde un botón y la acción que no se da por falta de escenario, del creer que las cosas funcionan solas y de no admitir lo nuevo, pues es un irse contra los paradigmas, poner en peligro la mediocrida­d y lo peor, tener que estudiar a fondo, aprender y cambiar de manera de pensar, y así uno no es solo un título sino un saber que se demuestra.

Acotación: en tierras en las que se cree que la innovación es lo nuevo y no mejorar, donde los títulos se adquieren aprendiend­o de memoria y no con práctica y ensayo-error; donde hablamos de lo que pasa, pero no se construye para que no pase más, la modernidad se convierte en apariencia y querer ser modernos, luciendo cosas modernas, es una ilusión y un ejercicio atroz de prácticas no superadas. Debe ser por el calor

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