LA VOZ DEL PUEBLO
No puede decirse que se es más demócrata porque se defiende lo que la mayor cantidad de personas está pensando.
Cuenta Indro Montanelli en su “Historia de los griegos”, que Foción, un antiguo orador ateniense, al percatarse de que la muchedumbre aplaudía estrepitosamente ante su discurso, se preguntó: “¿habré dicho alguna estupidez?”. De igual forma, escribió Séneca, a propósito de los caminos para llegar a la felicidad, que el sendero más transitado era el que más se alejaba de la meta y que había que desconfiar del rumor de una mayoría empecinada siempre en los mismos errores.
Tanto Séneca como Foción demostraron con ello su desconfianza ante ciertas opiniones que imperan en una multitud. Es decir, concordaron en que no siempre el hecho de que más cabezas estén de acuerdo es señal de una verdad.
La democracia no significa que la opinión y decisión de la mayoría, sin importar cuál sea esta, debe tener siempre el poder y la razón. Las minorías tienen unos derechos que son tan estructurales para la misma democracia como lo son la soberanía popular y las votaciones.
Por lo tanto, no puede decirse que se es más demócrata porque se defiende siempre lo que la mayor cantidad de personas está pensando, puesto que la democracia tiene más aristas, entre las que se destacan unas reglas de juego que implican la concepción de unos derechos y libertades individuales que ponen barreras a las posiciones mayoritarias. De este modo, no es coherente con la democracia el hecho de que la mayoría de ciudadanos de un país decidan que debe crucificarse a todos aquellos que no comulguen con determinada religión o que se les debería negar la opción de casarse o adoptar a parejas del mismo sexo.
Digo que no es coherente con la democracia, aun cuando fuese la posición mayoritaria, porque no es posible adoptar tales decisiones sin poner en jaque el espíritu democrático que hondea las banderas de la soberanía popular, pero también de los derechos y libertades de todos los ciudadanos, incluidos aquellos grupos minoritarios que con orgullo disienten y optan por caminos menos transitados pero no necesariamente errados