El Colombiano

90 años de investigar la naturaleza

El herbario de la U. Nacional de Medellín cumplió 90 años, el más antiguo en funcionami­ento continuo.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ JULIO CÉSAR HERRERA

Los herbarios conservan la informació­n de las plantas, útil para conocer la historia natural de una región; el de la Nacional ha recopilado, en estas décadas, 70.000 especímene­s de casi 9.000 especies. Conozca algunas de sus riquezas.

Un herbario es una biblioteca de plantas. Una que revela no solo qué especies nos rodean o existen en una región sino cómo ha cambiado con el tiempo.

El de la Universida­d Nacional de Medellín, el Gabriel Gutiérrez Villegas, acaba de cumplir 90 años, tiene 70.000 especímene­s que representa­n casi 9.000 especies, es decir cerca del 30 % de las que hay en el país. Cada uno es un libro que se puede leer.

Allí, en una sala de un rincón del bloque 11, en una hilera de anaqueles reposan centenares de carpetas con los especímene­s que se conservan no solo desde el establecim­iento del herbario, en 1927, también desde mucho antes, gracias a una donación europea.

Una colección que ha crecido de manera exponencia­l en los últimos años, unas 2.000 muestras nuevas cada año, pese a las limitacion­es en nuestro medio para investigar.

Aunque pudiera parecer un lugar donde se almacenan plantas secas, la informació­n que proporcion­an es de utilidad para muchas disciplina­s.

Cada espécimen, dice Jorge Mario Vélez, curador, debe tener datos básicos más allá del nombre binomial.

Se encuentra el sitio donde fue recolectad­a, la fecha, por quién y la altura. Y va acompañada con los datos de la planta y la mayor parte posible de sus componente­s: hojas, flores, frutos. Con cada una se sabe cómo era la flora en un lugar dado y hasta el clima, pues cada planta prospera en un ambiente dado.

Identifica­ción

Encima de varias mesas y en los armarios reposan muchos ejemplares con informació­n incompleta o que no se han podido clasificar.

No es tarea sencilla. De algunas familias no toma tiempo, como cuando llega un aguacatill­o, pero hay otras muy difíciles y Vélez señala las lauráceas, a las que pertenece por ejemplo la macadamia: toda una fila con carpetas espera su identifica­ción.

Existen investigad­ores que dedican su carrera a estudiar una sola familia y a ellos con frecuencia se les envían ejemplares para determinar a cuál pertenece.

Este herbario no es el más grande. Tal vez el cuarto o quinto de los cerca de 40 del país, pero el segundo en colec- ciones tipo, que son aquellas con las que se nombra una especie nueva, para da fe de que en verdad existe.

No se agota

Algunas plantas no se vuelven a colectar. En 1946 se aportó una bromelia, Vriesea hodgei, recolectad­a en el valle del río Medellín cerca a Porcesito.

Cuenta Vélez que con alumnos organizaro­n una salida para buscarla y no la hallaron. No se descarta que todavía pueda estar en un lugar que no miraron o que, simplement­e, esté extinta.

Sucede con muchas otras. Por ello son varios especímene­s de una especie, y cuando un botánico sale a campo, tiene ojo para tomar las que puedan aportar informació­n. De algunas solo se tiene la colección tipo.

Posee, además, frascos en los que se guardan flores, y la carpoteca: la colección de frutos, algunos tan grandes que se deben almacenar en estantes en otro lugar.

El trabajo no se detiene. Se hacen expedicion­es a diferentes sitios para explorar la vegetación. Uno de ellos es San- turbán, donde desarrolla­n un proyecto. Otro es Anorí, un área riquísima que ahora se puede explorar al no tener la presión de grupos armados.

La idea es continuar creciendo a pesar de la escasez de recursos. Es el único curador, más el coordinado­r. Y para la biodiversi­dad nuestra, debería haber más.

Entre los herbarios colombiano­s no suman 2 millones de coleccione­s. El solo Smithsonia­n en Washington tiene 6 millones y más de 500 personas asociadas, como investigad­ores.

Vélez muestra una de las joyas, un espécimen, Eschweiler­a antioquens­is, recolectad­o en 1937 por el hermano Daniel, recordado científico lasallista que la halló en la laguna de Guarne, donde 80 años después, todavía vive.

Un herbario vital

“El herbario nació en la Escuela de Agricultur­a Tropical y Veterinari­a en el sector de Fontidueño, Bello”. JORGE MARIO VÉLEZ Curador

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 ??  ?? Los frutos por lo general no se pueden guardar en carpetas dado su tamaño. También se clasifican. Muestra de fruto de una familia de palmas. Hay especímene­s cuya identifica­ción tarda años. Espécimen de frailejón colectado en 1976 en el páramo de Frontino, área diversa.
Los frutos por lo general no se pueden guardar en carpetas dado su tamaño. También se clasifican. Muestra de fruto de una familia de palmas. Hay especímene­s cuya identifica­ción tarda años. Espécimen de frailejón colectado en 1976 en el páramo de Frontino, área diversa.
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FOTOS En centenares de anaqueles y miles de carpetas se hallan más de 90 años de la flora antioqueña y colombiana. Un trabajo dispendios­o de clasificac­ión.
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