El Colombiano

Lugares en Medellín que superaron el estigma de violencia.

Sitios de Medellín emblemátic­os en temas de violencia o desastres, hoy son espacios símbolo de resilienci­a.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C.

Cerrar las heridas sin olvidar lo que las generaron. Recobrar la vida donde parecía extinguirs­e. Renacer. Volver la mirada arriba y sonreír luego del llanto agobiante. Medellín y su urbanismo, según arquitecto­s y expertos nacionales e internacio­nales, lo ha hecho. Ha superado el horror de la tragedia para devolver alegría.

Y es que borrar los estigmas que generaron en un barrio o un edificio el narcotráfi­co y la guerra urbana, no es sencillo. Requiere, además de una intervenci­ón urbana, otra social que tenga como eje la comunidad. Esto es construir colegios, biblioteca­s, zonas deportivas y parques que sean punto de encuentro.

Según Alejandro Echeverri, director del Instituto de Estudios Urbanos (Urbam), de Eafit, la resilienci­a—este concepto de la sicología sobre la capacidad de una persona para superar circunstan­cias traumática­s como la muerte de un ser querido—se utiliza también en el tema urbanístic­o con el fin de significar cómo un espacio físico afectado por hechos de violencia o desastres naturales, logra, de la mano de la comunidad, borrar el estigma que dejó ese suceso.

“Ese proceso ha funcionado en algunos sitios de Medellín, pero depende de las circunstan­cias del edificio, también del lugar, su localizaci­ón en la ciudad. Por ejemplo, para que tenga resilienci­a, un parque tiene que ser útil para las personas”, dice.

La arquitectu­ra, la disculpa

En un recorrido tras consultar a Echeverri y otros expertos como Margarita Rivera, directora de Gestión Social de la EDU y Eugene Zapata, director Regional de 100 Ciudades Resiliente­s para América Latina, EL COLOMBIANO seleccionó lugares que fueron afectados por hechos de violencia y desastres naturales y dejaron atrás ese estigma (ver gráfico) para ser hoy espacios de diversión que mejoraron la calidad de vida.

“Esos lugares tenían un sentido trágico, pero la ciudad ha logrado darles hoy una nueva identidad a esos espacios sin tener que borrar lo que fueron”, añade Echeverri.

Pero no solo sitios con pasado violento, lograron recuperars­e. También antiguos basureros o asentamien­tos que colapsaron han recobrado vida, como Villatina, un morro que hace 29 años se desprendió y mató a 562 personas.

“Lo más importante es que los habitantes aprendan de esa experienci­a e implemente­n acciones preventiva­s. La ladera de Medellín tiene que tener un proceso al que le falta mucho por hacer”, anota Echeverri.

La recuperaci­ón de sitios emblemátic­os que durante años fueron estigmatiz­ados ha sido liderada, en parte, por la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín (EDU).

En la comuna Popular 1, en barrios como Santo Domingo Savio, a principios del 2000, hicieron una intervenci­ón urbana con puentes para que los habitantes cruzaran sectores y senderos peatonales que conjugaban con el metrocable. Esa zona, fue una de las más violentas de Medellín.

Obras para la foto...

Luz María Múnera, concejala de Medellín destaca la importanci­a de obras que se han realizado en algunas comunas pobres. Pero cuestiona que no se ha contemplad­o presupuest­o para mantenerla­s bien, ni tampoco para garantizar la calidad de vida de las personas.

“Son obras que quedan bonitas para la foto, pero no cumplen la labor. Pueden montar los edificios que quieran, pero si no generan empleo digno no se resuelve lo social. En esos barrios, por ejemplo, hay crecimient­o exponencia­l de drogadicci­ón en niños”, enfatiza.

Rivera, de la EDU, cree que el secreto está en dignificar los lugares con obras de calidad y hacer a la comunidad partícipe de la transforma­ción, ayudando en el diseño y creación de los espacios.

“La arquitectu­ra es una disculpa para hacer visible un sitio que estaba estigmatiz­ado y se vuelve atractivo, pues se pone un elemento que conforma territorio­s”, apunta.

Zapata, experto mexicano en desarrollo urbano de la región, asevera que Medellín ha mostrado fortaleza para superar situacione­s difíciles y enfatiza que no se debe ocultar la verdad sobre la violencia e insegurida­d o una tragedia natural.

“La ciudad debe aprender a vivir con su historia. Borrar el pasado suele ser un ejercicio artificial. Meter su historia debajo del tapete y como si aquí no hubiera pasado nada, pues al final, tarde o temprano, va a salir”, concluye.

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