Trump y Nixon, ¿casos similares?
Hechos como los que sacaron a un presidente en 1974 parecen repetirse en EE. UU. ¿Terminarán en lo mismo?
La prensa filtraba, desde 1972, algo nuevo cada día y hacía saber en todos los hogares estadounidenses, los detalles más minuciosos sobre el escándalo Watergate. El Congreso estaba controlado por los demócratas, que se frotaban las manos ante la inminente posibilidad de realizar un juicio político contra el presidente republicano.
La inminente derrota en Vietnam, la crisis del petróleo y el consecuente racionamiento de gasolina en Estados Unidos, ya habían llenado el vaso, la gota que lo derramó fue un caso de corrupción. Richard Nixon se vio forzado a abordar un helicóptero para salir de la Casa Blanca el 9 de agosto de 1974.
Hoy los medios en todo el mundo, pero en especial en Estados Unidos, rememoran ese momento en la historia política de la potencia. Las acusaciones contra Donald Trump respecto a su presunta presión para que el FBI y otras agencias frenaran la pesquisa sobre los nexos de su campaña con Rusia, hacen a la prensa indagar si el nuevo mandatario tendrá un destino similar al de Nixon.
Expertos consultados por EL COLOMBIANO coinciden en que hay una posibilidad muy real de que eso ocurra, así en este momento los republicanos controlen las dos instancias legislativas en Washington y esto suponga una dificultad.
Similitudes
En 1974, Nixon pudo aguantar varios meses en el poder a pesar de que cercanos asesores lo señalaban como el cerebro detrás de la trama de interceptaciones ilegales a la sede del Partido Demócrata (Complejo Watergate) en Washington D.C. descubierta desde 1972.
No obstante, ese año fue crucial para su salida temprana al conocerse que su administración llevó a cabo una intensa labor de presión al FBI y otras agencias con el fin de frenar sus investigaciones sobre el caso.
Hoy en Estados Unidos, tras meses del escándalo por los nexos de la campaña de Donald Trump con el Kremlin, señalan los medios de comunicación —en concreto The New York Times, primero en revelar la información el 16 de mayo— el presunto intento de su gobierno por frenar la pes- quisa del FBI sobre las reuniones entre su destituido asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, y el embajador de Rusia en Washington, Sergey Kislyak.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Patricio Navia, politólogo y docente de la Universidad de Nueva York (NYU), recalcó que “lo similar es que normalmente en Estados Unidos se dice que los mandatarios no caen por el crimen sino por el encubrimiento que intentan hacer. En eso sí que hay similitudes. Además, hay que tener en cuenta que ahora el presidente Trump aparece arrinconado y podrían ser cada vez menos sus defensores”, como ocurrió con Nixon en 1974.
Por si fuera poco, la destitución del director del FBI James Comey, el pasado 9 de mayo, añade mayor suspica- cia al escándalo. Una semana después, The New York Times afirmaba que existen transcripciones que probarían las presiones de Trump para que Comey no siguiera investigando sobre Flynn.
Como gran coincidencia en medio de este lío en el que está metido el presidente de la potencia mundial, su primera gira internacional se
produce durante la polémica.
“Le sirvió para distraer la presión que tienen en Washington. Cuando partió al exterior tuvo una cobertura muy amplia por parte de los medios, algo que no le es indiferente. Fue para él positiva esta gira por países del Oriente cercano y Europa. Puede ahora decir que va a traer millonarias sumas de dinero que darán empleo a los estadounidenses, concretamente en el sector de las armas, entre otros compromisos. Pero eso no significa que a su regreso no vaya a tener que enfrentar el escándalo, que ahora tiene mayores revelaciones sobre los vínculos con Rusia y la presión a otras agencias además del FBI para que frenaran sus pesquisas”, consideró Emilio Viano, docente de política internacional de la Universidad
Americana de Washington.
“Claramente este escándalo no va a parar, como no paró el de Nixon”, agregó el académico, mencionando que medios como The Washington Post, The New Yorker y The New York Times siguen sacando filtraciones cada día.
Diferencias y evidencias
En 1974, Senado y Cámara de Representantes estaban controladas por los demócratas, partido contrario al del presidente Nixon. Medios como Time, New York Times y The Washington Post —especialmente este último, con los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein—, filtraban cada vez más sobre el bochorno gubernamental, el Congreso no tuvo que llevar a Nixon a un juicio político. El mandatario renunció con la certeza que sería destituido por la oposición.
Hoy es distinto. Trump es republicano como Nixon, pero Senado y Cámara están controlados por su partido. Eso dificulta la posibilidad de un juicio político, pero en opinión de los expertos, no la imposibilita.
Ese escenario depende mucho de la investigación encabezada por Robert Mueller — exdirector del FBI, nombrado ahora por el Departamento de Justicia para esa pesquisa— . Si él halla evidencias de que Trump trabajó con los rusos para destruir la candidatura de Hillary Clinton, podría impactar la percepción de la gente y por ende de los legisladores republicanos. Mucho más si se comprueba que Trump pidió a Comey —y a otros jefes de agencias federales— cerrar la investigación sobre Flynn”, afirmó Viano.
Navia advierte que el otro año se realizan unas cruciales elecciones legislativas, y ese factor podría influir en la posibilidad de un juicio político: “Hoy el Congreso no va a acusar a Trump, por eso el fiscal no abriría un caso a menos que tenga evidencia concluyente. Pero en la medida en que la popularidad de Trump caiga y se acerquen las próximas elecciones, los congresistas van a querer salvar sus propios escaños, y no los querrán arriesgar para favorecer a Trump”
“