¿QUIÉN ENSEÑA DE VERDAD?
“Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los
buenos de mofa”. Demócrito. Hay momentos que es difícil no sentirse asqueado al límite cuando contrastamos la condición de los colombianos humildes con la actuación de la peor clase dirigente que haya tenido este país. En otra ocasión dije que no podíamos negar todos los errores que hemos cometido como nación, así como lo que hemos dejado de hacer, sin saber en cuál hemos errado más. Pero reconociendo que la sumatoria de ambos tipos de faltas es grande y nos costará mucho desatrasarnos y caminar en la dirección correcta, sigo sin comprender por qué debemos ser castigados con tanta crueldad teniendo el gobierno que debemos padecer hasta 2018.
Tal vez a muchos de ustedes les enviaron un video conmo- vedor de unos niños de una escuela en Acacías, Meta, unos héroes que harían palidecer a los espartanos de Leónidas en las Termópilas y ante ellos se inclinarían Bolívar y sus lanceros de los llanos orientales. Estos niños de pocos años pero de milenios de valor y coraje, en sus impecables uniformes, pero nunca tan blancos como sus sonrisas inocentes, se montan en una garrucha que según los pobladores lleva más de 50 años sin que autoridad regional alguna se apersone de su mantenimiento, y confiados que una vieja polea y una horqueta de madera evitarán que caigan al desfiladero que los separa de su escuela, se lanzan sin temor para ir a educarse. Qué ejemplo por Dios ¡Qué ganas de aprender! Ojalá algunos estudiantes urbanos que lo tienen todo y en exceso, menos ganas y gratitud, tuvieran la millonésima parte del valor y determinación de estos niños.
Jugarse la vida tirándose al vacío de 230 metros de altura, a una velocidad de 90 km/h, metidos en un costal como si fueran unas papas o yucas, confiados en un cable y una polea viejas, y como dice una hermosísima niña que hace ver a Policarpa Salavarrieta como una timorata insignificante, “uno se echa la bendición y se va”, para ir a aprender a multiplicar. Esta es la señal irrefutable que nuestra dirigencia es una miseria, que no les llega ni a los tobillos a los campesinos de este país y que es lo más subdesarrollado que tenemos.
En un contraste que parece irreal, la semana pasada también circuló la invitación a una conferencia titulada “La inclusión y la educación, pilares para la paz”, a dictarse en un elegantísimo hotel de la capital colombiana que tenía como conferenciantes a dos “inmensos exponentes del buen ejemplo”: Juan
Manuel Santos e Iván Márquez. Hasta dónde ha llegado el cinismo. Si hubiera premio Nobel para la insidia, serían ganadores perpetuos o fuera de concurso. ¿Van a enseñarles a esos niños cómo se traiciona la palabra, la voluntad popular, la Constitución y las leyes? ¿Cómo se secuestra, tortura, viola, asesina, trafica, extorsiona y miente? ¡Malditos, mil veces malditos!
Si hubiera premio Nobel para la insidia, Santos e Iván Márquez serían ganadores perpetuos o fuera de concurso.