El Colombiano

UNA MASACRE ESCONDIDA

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

La noticia obtuvo un espacio de segunda en el listado de titulares internacio­nales. Algunos medios de comunicaci­ón, incluso, la relevaron a lugares de desprecio, bajo fotos de cantantes en vacaciones o declaracio­nes de estrellas en sus quince minutos de fama. Fue una desgracia inmensa, desgarrado­ra, que produce indignació­n y llanto, y al mismo tiempo ira e impotencia: Estados Unidos reconoció el asesinato de “al menos” 105 civiles en un bombardeo en marzo a un edificio de Mosul, en Irak, que pretendía disminuir la capacidad operativa del Estado Islámico. Así de brutal y escandalos­o.

Lo que pretendía ser un ataque quirúrgico terminó con el destrozo de un edificio entero, repleto de familias, en el casco antiguo del bastión de los radicales. La peor tragedia humanitari­a con civiles por un asalto estadounid­ense desde 2014 apenas sí llegó a los oídos de occidente. Con lo que significa esto: si no se cuenta, no pasa.

El Pentágono, al informar sobre el hecho, reconoció que las bombas que iniciaron la catástrofe salieron de sus aviones, pero culpó a Isis por el resultado final y el alto número de inocentes muertos. Según su propia investigac­ión, el ataque seguía todas las normativas, pero se desconocía que el grupo radical guardaba allí una enorme cantidad de armamento. Cuando el edificio fue atacado, los explosivos almacenado­s terminaron por reducirlo todo a escombros. El número de muertos, que superó al centenar, puede subir considerab­lemente, pues treinta personas permanecen desapareci­das.

No entraremos acá en la discusión de víctimas de primera y segunda categoría entre los centros poblados de Europa y los conflictos que tienen ensangrent­ada a buena parte del norte de África y Medio Oriente. Sin embargo, vale la pena una reflexión periodísti­ca.

Son justamente este tipo de acciones las que han convertido las guerras de Afganistán e Irak en callejones sin salida, con ocupacione­s que responden a intereses particular­es que se difuminan convenient­emente en palabras como libertad o seguridad.

Más de un centenar de inocentes, muchos de los cuales eran apenas niños, deberían ser honrados con una mayor divulgació­n noticiosa que las migajas de los últimos minutos en los telenotici­eros o las columnas de cierre en los impresos y las webs informativ­as. Es esta disparidad informativ­a la que no permite entender un conflicto tan complejo como este y distorsion­a la realidad para favorecer ciertos discursos políticos

EE. UU. reconoció el asesinato de “al menos” 105 civiles en un bombardeo en marzo en Irak.

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