UNA MASACRE ESCONDIDA
La noticia obtuvo un espacio de segunda en el listado de titulares internacionales. Algunos medios de comunicación, incluso, la relevaron a lugares de desprecio, bajo fotos de cantantes en vacaciones o declaraciones de estrellas en sus quince minutos de fama. Fue una desgracia inmensa, desgarradora, que produce indignación y llanto, y al mismo tiempo ira e impotencia: Estados Unidos reconoció el asesinato de “al menos” 105 civiles en un bombardeo en marzo a un edificio de Mosul, en Irak, que pretendía disminuir la capacidad operativa del Estado Islámico. Así de brutal y escandaloso.
Lo que pretendía ser un ataque quirúrgico terminó con el destrozo de un edificio entero, repleto de familias, en el casco antiguo del bastión de los radicales. La peor tragedia humanitaria con civiles por un asalto estadounidense desde 2014 apenas sí llegó a los oídos de occidente. Con lo que significa esto: si no se cuenta, no pasa.
El Pentágono, al informar sobre el hecho, reconoció que las bombas que iniciaron la catástrofe salieron de sus aviones, pero culpó a Isis por el resultado final y el alto número de inocentes muertos. Según su propia investigación, el ataque seguía todas las normativas, pero se desconocía que el grupo radical guardaba allí una enorme cantidad de armamento. Cuando el edificio fue atacado, los explosivos almacenados terminaron por reducirlo todo a escombros. El número de muertos, que superó al centenar, puede subir considerablemente, pues treinta personas permanecen desaparecidas.
No entraremos acá en la discusión de víctimas de primera y segunda categoría entre los centros poblados de Europa y los conflictos que tienen ensangrentada a buena parte del norte de África y Medio Oriente. Sin embargo, vale la pena una reflexión periodística.
Son justamente este tipo de acciones las que han convertido las guerras de Afganistán e Irak en callejones sin salida, con ocupaciones que responden a intereses particulares que se difuminan convenientemente en palabras como libertad o seguridad.
Más de un centenar de inocentes, muchos de los cuales eran apenas niños, deberían ser honrados con una mayor divulgación noticiosa que las migajas de los últimos minutos en los telenoticieros o las columnas de cierre en los impresos y las webs informativas. Es esta disparidad informativa la que no permite entender un conflicto tan complejo como este y distorsiona la realidad para favorecer ciertos discursos políticos
EE. UU. reconoció el asesinato de “al menos” 105 civiles en un bombardeo en marzo en Irak.