Premio para personajes justos en la guerra
Mariana Escobar Roldán, periodista de EL COLOMBIANO, ganó un galardón con la historia de una profesora de San Carlos.
La maestra Betty Loaiza estaba en la lista de amenazados de muerte del paramilitar Castañeda, así que lo buscó y le dio un discurso de educación que terminó con él diciéndole que se borrara de la hoja. No se borró: la arrancó, la rasgó y se la comió. Salvó a muchos.
La historia la cuenta la periodista Mariana Escobar Roldán en el reportaje De hierro me hago al andar, que no ha sido publicado todavía, pero que ya ganó un primer galardón: el segundo lugar en el Premio Nacional de Periodismo Los justos en el conflicto armado colombiano.
Es la primera convocatoria del galardón, que tiene como idea fomentar discusiones “que tengan que ver con personajes que realizaron acciones llamadas justas, en medio del conflicto armado colombiano. La intención del premio es hacer visibles esas historias de colombianos que procedieron en contra de lo que se esperaba”, explicó Camilo Andrés Tamayo, coordinador de la especialización en Comunicación Política de Eafit, en la Agencia de Noticias de esta institución. El primer puesto fue para Los positivos del cabo Mora, de Juan Miguel Álvarez, y el tercero para Tomas a Granada, de Hugo Tamayo.
Los ganadores
El galardón, que organizan el Centro Nicanor Restrepo, la Uni- versidad de los Andes, la Fundación Friedrich Ebert Sitftung para América Latina y Eafit, se inspiró en los Justos de las Naciones, título oficial que entrega el Estado de Israel y el pueblo judío a los no judíos que arriesgaron su vida durante el holocausto Nazi. Uno de los más famosos es Oskar Schindler, el de la película La lista de Schindler.
La idea es encontrar en Colombia esos personajes, como la maestra Betty quien, durante los años en los que a San Carlos llegaron grupos armados de distintos bandos con la idea de sacar a la gente de sus tierras y de la escuela, se mantuvo neutral. Mariana cuenta que Betty no quiso ceder ante el miedo y caminó una hora diaria para ir a la escuela, aunque pudiera encontrarse a alguien de cualquier bando. Sobrevivió, y cuando San Carlos se convirtió en municipio ejemplar de reconciliación, ella se volvió la maestra de los paramilitares y les enseñó a leer y a escribir y a perdonar