NO, MINERÍA NO PUEDE HABER DONDE SEA
Es fácil descalificar la decisión de los concejales de Támesis que se oponen a la gran minería en su municipio.
También, la posición de Jericó y de tantos municipios que han encendido alarmas por la presencia de empresas mineras.
Aparte, han existido proyectos mal vendidos con un claro abuso de las grandes empresas yendo de casa en casa buscando favorabilidad en un mal entendido acto de participación ciudadana.
No toda minería es mala y es cierto que hay que desarrollar proyectos, pero no todo se puede hacer en cualquier sitio ni en la misma forma.
Se volvió lugar común afirmar que la minería ilegal es la que arrasa territorios, pero los ejemplos abundan en la gran minería: basta mirar las secuelas para la salud de los habitantes de Montelíbano con Cerromatoso, el desierto en que se ha convertido al Cesar, los líos con el agua de La Guajira en el Cerrejón y los continuos eventos contaminantes en puertos de carbón. No se trata solo de dejar los terrenos parecidos a como estaban antes.
Son empresas grandes con un impacto grande. Por eso cuando se habla de que se trata de una nueva explotación segura, ya no se cree. ¿O cómo creer que la exploración petrolera en Pasca no afectará las fuentes de agua en esa zona del Sumapaz? Y por eso se van a una consulta popular.
A la ligera se estigmatizan las protestas sugiriendo inte- reses ocultos contra los proyectos mineros, sin mirar una de las causas del problema: los dos últimos gobiernos se dedicaron a otorgar concesiones al capital extranjero en una feria que desconoció, y aún lo hace, la realidad cultural, geológica, hidrológica, productiva y ambiental de cada zona, y, además, los derechos de sus habitantes.
El cuento de que la minería trae progreso no siempre es cierto. Son bienes con alta volatilidad y al irse las empresas han quedado, como testimonian pueblos llaneros (Casanare y Meta concentran casi la mitad de la explotación petrolera), hijos no deseados, prostitución, hacinamiento, informalidad. Pobreza.
Estudios sobre la minería en el país, de Luis Jorge Garay, muestran condiciones precarias en salud y educación en los municipios mineros.
Poco más valioso que preservar el agua para los habitantes que vendrán, mantener los bosques y conservar la diversidad de vida. Riquezas menospreciadas a la hora de entregar el subsuelo, pero que significarían una buena fuente de ingresos si se les diera el uso adecuado ■