EL ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO
Amable lector. Ya casi no se habla del enriquecimiento ilícito. Ilustres juristas escribieron páginas elocuentes para explicar esta figura. Al común de la gente le basta entender que es adquirir bienes de manera abusiva o indebida. Si bien es cierto que esta maña ha crecido como la coca, conmueve saber que el propio Estado también lo hace.
Parecido en el tiempo a lo que dijo Gardel: “que veinte años no es nada”. En el año de 1995 a Joaquín en el centro de Medellín le robaron su vehícu- lo. Luego de sentir el enojo y la humillación que causan hechos como este, un poco más sereno, le dio gracias al Señor, porque solo perdió el carro y no la vida.
Fue a la inspección a presentar la denuncia, allí le expidieron una copia que conserva como un tesoro. A partir de entonces esperó confiado en que el Estado se ocuparía de recuperar su campero. El tiempo pasó, sin embargo, jamás perdió la fe en las fuerzas del orden y la seguridad.
Con excepción del ofendido, nadie se imaginó que una entidad oficial del departamento de Antioquia, seguiría pendiente del campero, que por la época tenía un avalúo de $4.400.000.
Cuando ya se había acostumbrado a seguir montando en buses de servicio público, incluyendo el Metro, recibió una comunicación denominada: Declaración de Impuesto sobre Vehículos Automotores.
Para no cansar al lector con los detalles de este documento, en resumen le notifican que debe cancelar una suma de $6.400.000. Que si lo hace en un término no mayor de una semana tendrá una rebaja significativa en los intereses de mora y sanciones, de conformidad con la reforma tributaria del año 2016.
Un amigo comentó que después de consultar a varios abogados, le aconsejaron no desperdiciar esta ganga. Motivado con tan sabios consejos, salió corriendo a pagar un poco más de $3.000.000.
Reflexionando sobre el caso que nos ocupa y con seguridad otros más, se concluye que es algo similar al dicho aquel que dice: “La plata o la vida”, la respuesta es obvia. Quienes hayan pasado por un trance como este, aprenden a la fuerza, que el vehículo y el dinero no son importantes. El problema para estas personas es que sean capaces de vivir en paz, sabiendo que un delincuente les quitó su carro y después el departamento y el municipio el dinero.
Desde los primeros años nos enseñaron que este es un país de leyes, cuyo padre fue Santander. Gracias a su legado, a partir de entonces, se han expedido miles y miles de leyes, decretos, resoluciones, circulares, conceptos, fallos de las Altas Cortes y comentarios de Benedetti y Roy Barreras. A lo anterior hay que agregar lo que disponen los funcionarios de ventanilla, que es palabra de Dios.
Los hombres de bien, viven en una verdadera maraña de normas, que les impide hacer empresas y crear puestos de trabajo. En cambio, los picaros, sinvergüenzas y corruptos, se mueven con mayor facilidad que los peces en el agua