El Colombiano

Hay comienzos que nacen tras las rejas

Así es el día a día en el restaurant­e Interno, que opera dentro de una cárcel y tiene la sazón de sus reclusas.

- Por CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN COLPRENSA MARUJA PARRA

De la cocina y el restaurant­e a la cárcel de San Diego hay menos de 30 pasos y varias rejas que los dividen. A las 6: 30 de la tarde las mujeres que trabajan y atienden el lugar ya están fuera de su celda y cada una sabe qué hacer.

Se arreglan entre ellas mismas, organizan las mesas. Algunas están en la cocina, otras en la entrada. Una busca el computador para poner música, para ambientars­e. Suena la agrupación A dos velas, la canción Con la gente que me gusta, y quien puso la canción camina por todo el corredor cantando: “Me gusta la gente que cuando saluda te aprieta la mano con fuerza y sin dudas”. Sonríe. Deja la rutina del encierro.

Todas esperan a Johanna Bahamón, la actriz caleña de 34 años que con su fundación Teatro Interno logró que este lugar fuera lo que es hoy, se siente un muy buen ambiente. Las mujeres ya están listas para atender al público que reserva su comida en el restaurant­e Interno, que solo está abierto de martes a domingo de 7 a 11 de la noche.

La historia

Dice Bahamón que la idea nació al buscar que las cárceles en Colombia fueran no solo centros de reclusión sino también centros productivo­s. “Hace ocho meses me di cuenta de un restaurant­e en Milán, Italia, dentro de la cárcel y me fui para allá para conocer todo lo que hacían y me encantó, decidí replicar esto en Colombia”, cuenta con su voz ronca, sus ojos verdes bien abiertos y su alta energía enfocada totalmente en su fundación. ¿La actuación quedó atrás? – le pregunto– “Sí. Amo la actuación, soy una agradecida porque eso me permitió lle- gar a una cárcel. Volvería a hacer algo artístico pero con ellas, las internas, no me verán de nuevo en alguna novela”, responde con firmeza.

En Italia, Bahamón recibió toda la capacitaci­ón para hacer algo similar en Colombia. Escogieron Cartagena porque ninguna cárcel en el país está tan bien ubicada como la de San Diego, cerca a otros restaurant­es y al Centro Histórico de Cartagena. “No había duda, este era el lugar”.

En dos meses se hizo el montaje, inauguraro­n el pasado 15 de diciembre.

Trabajan allí quienes estén próximas a salir, buscan que haya una rotación y contacto con la población civil no carcelaria, “porque tiene que haber esa reconcilia­ción y ese encuentro, son personas que merecen una segunda oportunida­d como cualquiera”, dice.

Jackeline, quien prefiere obviar su apellido, es la encargada de emplatar la comida fuerte, pero ya pasó por las bebidas.

“Yo en la cocina no era muy buena pero ahora no veo la hora de salir para ir a mi casa a hacerlo, me falta poco”, cuenta.

Con un año y siete meses en la cárcel, al principio, su reclusión fue un periodo de inmensa tristeza, en especial por su hijo, que dejó en su casa.

El restaurant­e la llenó de ganas de aprender, de salir a hacer su propio proyecto de vida, “soy humilde pero eso no significa que no pueda echar pa’lante. Voy a empezar a vender jugos naturales, como frappe, quiero sacar a mi hijo adelante, cometí un error, me siento inocente pero los días que duré acá me enseñaron mucho”, concluye.

El menú

Entradas como carimañola­s de posta y encocados de camarón. Platos fuertes como la famosa posta cartagener­a o la pesca del día con ceviche de mango y vegetales de la huerta, que está dentro de la cárcel.

También ofrecen postres, jugos y vino. Los mejores cocineros de Colombia idearon un plato, lo enseñaron en la cárcel y ahora se ofrecen a los comensales.

Capacitaro­n a todas las internas en servicio al cliente y cocina, son 180 mujeres en este centro de reclusión.

“Unas aprendiero­n panadería, otras creación de empresas, educación financiera y huerta”, confirma Bahamón quien saluda efusivamen­te a cada una de las internas que se acercan.

Ya es hora de abrir el restaurant­e. Un repaso a los uniformes, la cocina y las mesas. Todo está listo. Es hora de abrir la cárcel y recibir a los comensales. Cada noche, un nuevo comienzo.

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FOTO Johanna Bahamón trabaja junto a las mujeres que atienden en el restaurant­e Interno en Cartagena.

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