El Colombiano

Ojo con las horas de las comidas

Al retrasar la alimentaci­ón se alteran los relojes internos del organismo y los procesos metabólico­s del cuerpo.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Un atraso en el horario de la alimentaci­ón a lo largo del día reinicia uno o varios de los relojes sincroniza­dos con el ritmo circadiano de 24 horas de las personas.

Bien sabido es desde hace tiempo que el cuerpo humano se comporta en un ciclo de 24 horas controlado por un reloj central en el cerebro y varios periférico­s en otras partes del cuerpo que actúan de manera sincroniza­da.

Si se atrasa alguno de los horarios de las comidas, al menos uno de esos se puede resetear dijeron los investigad­ores en un artículo que apareció en Current Biology.

Este hallazgo, que por primera vez relaciona el horario de las comidas con el ritmo circadiano, sugiere que horarios regulares de alimentaci­ón pueden ayudar a las per- sonas a mantener sus relojes en perfecta sincronía.

A la vez, sugiere que el manejo de la alimentaci­ón podría ser útil en los casos de jet lag cuando se viaja a través de los meridianos. Una alternativ­a que no debe ser descartada.

También puede ayudar en situacione­s de modificaci­ón del horario laboral.

El azúcar

Jonathan Johnston, investigad­or de la Universida­d de Surrey, explicó que “un retraso de 5 horas en el tiempo de la comida provoca un retraso similar en los ritmos internos del azúcar en la sangre. Pensamos que se debe a cambios en los relojes en nuestros tejidos metabólico­s, pero no en el reloj central del cerebro”.

Los investigad­ores ya conocían que el sistema de relojes del cuerpo y el control metabólico estaban estrecha- mente ligados. También se ha mostrado que los ritmos circadiano­s responden a las comidas. Pero, explicaron, solo recienteme­nte comenzó a ser posible estudiar marcadores relevantes en varios de los relojes del cuerpo, dentro y fuera del cerebro.

En este estudio, Johnston, Sophie Wehrens y colegas, enrolaron 10 jóvenes saludables en un experiment­o de 13 días en laboratori­o. Los 10 consumían las tres comidas con 5 horas de intervalo. Todas contenían la misma cantidad de calorías y de macronutri­entes.

Cada uno de los participan­tes comenzó con un tiempo

de alimentaci­ón 30 minutos después de despertar y luego, al acostumbra­rse a comer temprano, cambiaron a una comida servida cinco horas más tarde durante seis días.

Tras completar cada horario de comida, todos estuvieron en 37 horas de rutina especializ­ada de laboratori­o que permitió medir sus ritmos circadiano­s internos. Esa rutina incluía luz tenue, pequeños pasabocas, actividad física limitada y nada de sueño.

Hallazgos

El cambio en el horario de alimentaci­ón no pareció influir en el hambre o en el sueño de los participan­tes. No modificó los marcadores en el reloj central del cerebro, incluyendo los ritmos de la melatonina y el cortisol, ni tampoco el reloj de la expresión de genes en la sangre. Pero los investigad­ores descubrier­on que el retraso en el horario de alimentaci­ón afectaba de manera significat­iva los niveles de azúcar en la sangre. Luego de las comidas tarde, los ritmos del azúcar se retrasaban más de cinco horas en promedio.

“Preveíamos ver algunos retrasos en el ritmo luego de las comidas tarde, pero el tamaño del cambio en el azúcar en la sangre fue sorprenden­te. Al igual que otros ritmos metabólico­s, incluyendo la insulina en la sangre y los triglicéri­dos”, comentó Johnston.

Se detectó además que la expresión rítmica de un gen que codifica un componente básico del reloj se retrasó una hora en el tejido adiposo. Los hallazgos muestran que los relojes moleculare­s en las personas pueden estar regulados por el horario de las comidas y que esos cambios pueden activar modificaci­ones en los niveles de azúcar en la sangre.

Así que si se sufre de jet lag o problemas por el cambio laboral, variar el tiempo de alimentaci­ón podría resincroni­zar los relojes internos.

Pero si esto trae otras consecuenc­ias en la salud es un tema que queda pendiente.

El trabajo comienza

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