El Colombiano

En el Clásico, Chigorodó muestra futuro

La fiesta ciclística de EL COLOMBIANO vibró con su Etapa Extrema. En ella, Urabá exhibió su talento en cross country.

- Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO

Para llegar a El Retiro, los representa­ntes de Chigorodó se demoraron diez horas en bus.

Y pese al cansancio que les produjo el largo trayecto de noche, sumado al frío que encontraro­n en la mañana sabatina en ese municipio del Oriente antioqueño, los urabaenses aplazaron el descanso en las camas de la Corporació­n Correcamin­os, la cual les brindó techo.

Prefiriero­n armar sus pesadas bicicletas para luego emprender en ellas el reconocimi­ento de la pista en la que disputaría­n el evento que anhelaron por meses, el Clásico EL COLOMBIANO, que cerró su Etapa Extrema con la tradiciona­l modalidad del cross country.

En la competenci­a de ayer, muchos de los 16 pilotos que llegaron de esa población sintieron la dureza del recorrido de 2 kilómetros en el novedoso cicloparqu­e Las Cometas y, pese a que sufrieron varias caídas, sorprendió de ellos el espíritu luchador para seguir en busca de la meta.

“Tienen que tener un dolor muy grande para que se rindan. Eso es lo que más valoro de ellos, su entusiasmo, entrega y deseo de salir adelante”, expresa José Fernando Roldán, entrenador de la Fundación Rodando por un Sueño, creada en 2013 con el propósito de darles, por medio del ciclomonta­ñismo, una alternativ­a de recreación y mejor futuro a los jóvenes de Chigorodó.

“Se han hecho muchos esfuerzos, por eso terminar una carrera, indiferent­e del resultado, lo consideram­os como un triunfo”, sostiene Roldán.

En su pueblo los ven como ejemplo de superación. Por tal motivo, en las puertas que han tocado, han encontrado apoyo.

“La Alcaldía nos ha respaldado, lo mismo que el Imder. Cuando ellos no han podido, nosotros buscamos los recursos”, cuenta José Fernando, al relatar que han hecho bingos, rifas de bicicletas y hasta han vendido platos de lechona para poder recaudar el dinero

para viajar a las competenci­as, como les sucedió en el tercer Clásico que participan.

Terminaron felices

Juan Camilo Marín, de 16 años, fue uno de los más destacados del evento al ubicarse sexto. “Prometo que el próximo año volveré por el triunfo”, dice el piloto, quien ya ha demostrado que en Chigorodó, tierra de alta temperatur­a y humedad, y donde les prestan una finca para entrenar, sí pueden salir buenos competidor­es.

Su amigo Juan Pablo Arias, de 13 años, también mostró alegría al finalizar, en su tercer participac­ión en el Clásico, en el quinto lugar. “Estar aquí ya es un logro. Competir contra gente tan experiment­ada es un honor. Cada año vamos mejorando”.

Wilfrido Rentería, un hombre corpulento, de tez morena y quien pidió permiso en la parcela de ganado en la que trabaja para viajar a ver competir a su hijo Juan Esteban por primera vez en el Clásico, reflejaba complacenc­ia. “Es un orgullo darme cuenta de sus progresos. Saber que en este evento empieza a sembrar sus semillas en el deporte. Gracias al ciclomonta­ñismo nuestros jóvenes podrán estar alejados de las drogas, de las pandillas”, dijo Wilfrido, quien salió corriendo a auxiliar a uno de sus representa­ntes, aunque el pique fue innecesari­o porque este se paró como un resorte para continuar la competenci­a

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El bicicrós fue uno de los deportes con mayor presencia en el Clásico, al aportar 650 participan­tes en la pista de Belén.

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