Así se estira el bolsillo del Gobierno para los paros
Para resolver los paros de Chocó y Buenaventura, el Estado ha echado mano de más de 3,2 billones de pesos y aún le falta solucionar el de maestros.
Luego de 40 horas de negociación, en la madrugada de ayer, el Gobierno y los líderes del paro cívico de Buenaventura lograron un acuerdo que puso fin a 21 días de parálisis en el principal puerto del pacífico colombiano. Al margen de las promesas sociales, el Gobierno tuvo que poner sobre la mesa un plan de inversiones que alcanzará los 1,5 billones de pesos en los próximos 12 meses.
En el talonario estatal, la promesa de ayer se suma a la que se le hizo al Chocó el pasado 27 de mayo, por unos 1,7 billones de pesos, para levantar otro paro. Además, todavía es incierto cuanto va a costar apaciguar a los maestros y es imposible predecir alguna otra protesta sectorial o social.
En lo que lleva el actual Gobierno, anualmente se presentan paros y protestas en los mismos sectores, con la coincidencia de que en todos se suele resolver la situación echando mano de la billetera.
Esto se ve reflejado en el rosario de paros que tuvo el país en 2016, en el que resal-
tan los docentes, que llevan varios años seguidos saliendo a paro en busca de los mismos puntos: reclasificación salarial, beneficios sociales y las garantías laborales.
¿ Valerse de la billetera es una solución sostenible en el tiempo? en opinión de Tarcisio Mora, vicepresidente de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, Fecode, y veterano dirigente gremial con la CUT, en los últimos años “siempre se busca una caja menor para apagar los incendios”.
Vale recordar que aunque el Gobierno ya ha conjurado protestas en otros sectores como la rama judicial, los camioneros, los agricultores y los sindicatos de trabajadores, se siguen calentando los ánimos de protesta.
Eso, por no recordar que ayer salieron a un paro de 48 horas el gremio de trabajadores de la justicia, Asonal y el gremio de los arroceros, que se unieron a las marchas de los maestros en todo el país.
“La situación es de fondo, es un tema social... No hay visualización del Gobierno a futuro, sino en lo que se pueda resolver en lo inmediato”, criticó Mora.
En casos como el de Chocó, las inversiones anunciadas en las vías de Quibdó a Medellín y Pereira, más la construcción de hospitales y centros de salud son una necesidad de años atrás, sobre las que incluso hubo acuerdos en el paro de 2016.
Situación idéntica vive Buenaventura, que exigió llevar al Congreso la ley que le asegure para la próxima década los proyectos que necesita en saneamiento básico, vi- vienda y educación para una población cuyo 66% es considerada pobre, según el Dane.
Sin embargo, vale recordar que cuando fue cuestionado por la coincidencia de las protestas de trabajadores, el secretario general de la Presidencia, Alfonso Prada, aseguró que el Gobierno no los veía como eventos conexos.
A su vez, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, defendió esta semana el plan de inversiones estatal y recalcó que la proliferación de paros es una consecuencia del año electoral e intereses políticos.
Sin embargo, para César Ferrari, Ph.D. en Economía y experto en política económica, todo se resumen en “una solución desesperada, para gente igualmente desesperada”.
Consideró que la plata que se pone sobre la mesa en negociaciones que se alargan “no se trata de una plata perdida, pero no es una solución suficiente. Lo que se necesita es una reforma estructural y tributaria que resuelva el tema de fondo. Si no es una historia de nunca acabar porque la plata no a alcanza”.
A juicio de Ferrari, los más de 3 billones de pesos que el Go-
bierno ya comprometió con Chocó y Buenaventura no serían suficiente, pues las necesidades son en asuntos fundamentales que requieren una política clara, sostenible y por ende, mucho más costosa.
Mora dice ser consciente de eso y aspira que esta nueva movilización docente deje las bases para que, por lo menos en 15 años, haya una mejora palpable y que se mantenga.
“No nos hemos sentado a diseñar un plan educativo para salir de esta tristeza y mientras, los maestros hacen milagros. Lo que demuestra es que no hay planificación para los temas claves del país y cuando ha habido bonanza no se hizo nada”.
Sin demeritar la validez de las protestas, este año los paros podrían verse permeados o afectados por un fenómeno netamente político, pues las presidenciales solo están a un año y es usual que aliados y contrarios intenten sacar el mayor rédito de la administración saliente.
“En el año final del gobierno suele pasar que los antiguos aliados le pasan la cuenta de cobro final, más porque no es año de reelección y buscan abandonar al gobernante debilitado”, explicó el politólogo Enrique Serrano.
Para el experto, esta coyuntura tradicional se ve magnificado por el desgaste político del presidente, Juan Manuel Santos, y las promesas incumplidas a la población alrededor del proceso de paz