El Colombiano

LO QUE PASA EN TEHERÁN NO SE QUEDA EN TEHERÁN

- Por HOOMAN MAJD redaccion@elcolombia­no.com.co

Los ataques terrorista­s en Teherán el miércoles aumentan lo que está en juego en lo que se ha convertido en una batalla real por influencia en el Medio Oriente, y en la lucha contra los terrorista­s haciendo desastres en la región y el Occidente. Aunque para los americanos Irán podrá parecer a un millón de millas de distancia, lo que pasa en Teherán definitiva­mente no se queda allá.

En su viaje reciente a Arabia Saudita, el presidente Trump se unió a muchos de sus homólogos árabes en denunciar a Irán como el principal patrocinad­or del terrorismo, tal vez desconocie­ndo la ironía de hacerlo mientras era festejado en el país de ai-Qaeda y los ancestros ideológico­s del Estado Islámico.

Qatar, cuyo emir se reunió con Trump en Riad y que quizás estaba alarmado por la rienda suelta que se le había entregado a Arabia Saudita, luego quiso tender la mano a Irán en un intento por calmar las tensiones en una región combustibl­e. Fue recompensa­do con la suspensión de las relaciones políticas y económicas por una coalición liderada por Arabia Saudita: al diablo con la unidad árabe.

Dos días después, los terrorista­s golpearon a Teherán. El momento es significat­ivo, pero también lo son los lugares: los sitios de los ataques del Estado Islámico demuestran lo que los enemigos de Irán esperan destrozar y cómo estas metas están ligadas a la más amplia inestabili­dad que enfrenta el Medio Oriente.

Uno de los sitios del terror de los yihadistas era el mausoleo del Ayatollah Ruhollah

Khomeini, el fundador de la re- volución islámica y la república a la cual dio origen.

La ideología política de Khomeini, conocida en farsi como “velayat-e-faqih,” o la tutela de un jurista supremo, es un concepto exclusivam­ente chiíta. Por su propia naturaleza, entra en conflicto con las creencias sunitas y especialme­nte con el wahabismo, la ideología a la cual todos los grupos terrorista­s que infunden miseria en Afganistán, Irak y Siria -así como Londres, París y Bruselas- se adhieren.

El concepto político es que en la ausencia del Mesías, un clérigo jurista calificado -un ayatollah para los chiitas- tiene que ser el guardián de los fieles musulmanes; la interpreta­ción chiita es un anatema para la visión mundial sunita fundamenta­lista.

El intento por destrozar el lugar de descanso del padre del velayat y matar a chiítas de diferentes países que habían venido a honrar a Khomeini es sumamente simbólico para los partidario­s del Estado islámico. Pero agrada a los wahabistas en todas partes. El viceprimer príncipe de Arabia Saudita, Mo

hammed bin Salman, declaró recienteme­nte que no tiene sentido hablar con Irán porque el país se adhiere a una “ideolo- gía extremista”, aparenteme­nte una referencia al velayat.

El príncipe Mohammed también amenazó con asegurar que “la batalla es por ellos en Irán,” lo que muchos iraníes, incluyendo el gobierno, tomaron como amenaza militar.

De hecho, ya en Teherán, y a pesar de la afirmación de responsabi­lidad del Estado islámico, algunos dedos iraníes (especialme­nte militares) están señalando a Arabia Saudita. Muchos iraníes, que no son ajenos a las teorías de la conspiraci­ón, creerán la complicida­d saudí en el mejor de los casos e instruccio­nes directas en el peor de los casos. Esto solo agudizará las tensiones entre los dos gigantes del Medio Oriente, que ya están luchando en Siria y Yemen.

También es probable que aumente tensión en la rela- ción entre Irán y Estados Unidos, donde una tregua intranquil­a dejada atrás por la administra­ción Obama ha sido amenazada por la administra­ción Trump y el Congreso.

El otro sitio de los ataques terrorista­s, el edificio del Parlamento de Irán, ciertament­e fue elegido por su significad­o simbólico.

La distintiva forma de gobierno de Irán desde 1979 incorpora elementos de democracia con teocracia. La Rama Legislativ­a, cuyos miembros son elegidos por el pueblo, es un elemento importante si no vital en la estabilida­d y longevidad de la República Islámica. Al atacar al edificio, el Estado Islámico ha tratado de enviar el mensaje de que no solo odia a los chiitas y sus doctrinas sino que también odia la versión iraní de la democracia - parlamenta­ria o islámica.

Si bien la administra­ción Trump no ha dudado en expresar su intensa aversión al gobierno iraní, debe reformular su política hacia el país, que ha luchado contra el Estado islámico en Irak y Siria, y cuyo pueblo es ahora víctima de los ataques terrorista­s de ese grupo. La administra­ción debe tratar de ingeniarse una política que requiere más de 140 caracteres

La administra­ción Trump debe reformular su política hacia Irán y tratar de ingeniarse una política que requiere más de 140 caracteres.

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