EL PROBLEMA CLIMÁTICO ES MÁS CHINA QUE EE.UU.
“Existen formas más eficaces de abordar los problemas ambientales, como el calentamiento global, la proliferación de plásticos, la expansión urbana y la pérdida de biodiversidad, que por los tratados, las regulaciones top-down y otros enfoques ofrecidos por los grandes gobiernos y sus encargados”. Preston Manning
Antes que los fundambientalistas hiperventilados por la predecible decisión del gobierno Trump de sacar a EE. UU. del Acuerdo de París sobre cambio climático decidan hacer una contaminante hoguera para quemarme vivo por lo que diré, tengo que aclarar que no celebro dicha decisión ni me parece una buena noticia, pero tampoco es la catástrofe que están pintando.
Suponiendo que estén bien diseñados, los tratados son he- rramientas deseables pero no suficientes, y tanto el Protocolo de Kioto como el Acuerdo de París es mejor que existan a que no. Pero están lejos de ser eficaces y tienen las mismas falencias, como carecer de dientes y basarse en expectativas dudosas que de no cumplirse no generan castigos, e incluso se pueden cumplir nominalmente sin realmente haber hecho lo debido.
En política las cosas se miden por los resultados y no por los deseos, cosa que desconocen quienes otorgan el Nobel de Paz, y por eso en vez de ataques de indignación histérica es más realista reducir las expectativas sobre la diplomacia y los acuerdos de cambio climático y enfocarse en escoger los factores y actores realmente efectivos. En 2005, cuando el Protocolo de Kioto entró en vigencia, las emisiones de CO2 de China y EE. UU., eran prácticamente iguales. Después de 8 años, las emisiones de EE. UU., que no era miembro del protocolo, se habían reducido el 11 % gracias al fracking y el acceso a más gas natural, así los ambientalistas no quieran aceptarlo. Pero las emisiones de China, que sí era miembro del pacto y que ahora erigen como líder de la responsabilidad ambiental, crecieron el 77 %.
Esto no implica que EE. UU., como todos, no tenga que hacer más y mejor, pero hay que preguntarse: ¿Quién es el verdadero problema? ¿Cómo castigó el tratado a China por incumplir? ¿Quién está haciendo la tarea? ¿Fue más efectivo EE. UU. sin estar en el protocolo?
Si el gobierno de EE. UU. no es el faro moral del mundo, el de China mucho menos y su “com- promiso ambiental” es falaz. En el nuevo tratado se “comprometió” a seguir aumentando sus emisiones hasta 2030 donde llegarán supuestamente a su máximo nivel, sin decir cuál es ese nivel ni qué va a hacer después.
No son necesariamente los tratados multinacionales los mejores mecanismos para reparar el ambiente, sino la tecnología y lo que las personas, empresas y organizaciones hagan. Ni siquiera las políticas públicas locales tienen siempre impactos verificables, como lo demuestra un reciente estudio sobre la eficacia de las políticas ambientales del estado de California. Si los fundambientalistas rabiosos quieren ayudar de verdad, en vez de quemar banderas de EE. UU. dejen de comprar productos sospechosamente baratos de China