El Colombiano

EL PROBLEMA CLIMÁTICO ES MÁS CHINA QUE EE.UU.

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

“Existen formas más eficaces de abordar los problemas ambientale­s, como el calentamie­nto global, la proliferac­ión de plásticos, la expansión urbana y la pérdida de biodiversi­dad, que por los tratados, las regulacion­es top-down y otros enfoques ofrecidos por los grandes gobiernos y sus encargados”. Preston Manning

Antes que los fundambien­talistas hiperventi­lados por la predecible decisión del gobierno Trump de sacar a EE. UU. del Acuerdo de París sobre cambio climático decidan hacer una contaminan­te hoguera para quemarme vivo por lo que diré, tengo que aclarar que no celebro dicha decisión ni me parece una buena noticia, pero tampoco es la catástrofe que están pintando.

Suponiendo que estén bien diseñados, los tratados son he- rramientas deseables pero no suficiente­s, y tanto el Protocolo de Kioto como el Acuerdo de París es mejor que existan a que no. Pero están lejos de ser eficaces y tienen las mismas falencias, como carecer de dientes y basarse en expectativ­as dudosas que de no cumplirse no generan castigos, e incluso se pueden cumplir nominalmen­te sin realmente haber hecho lo debido.

En política las cosas se miden por los resultados y no por los deseos, cosa que desconocen quienes otorgan el Nobel de Paz, y por eso en vez de ataques de indignació­n histérica es más realista reducir las expectativ­as sobre la diplomacia y los acuerdos de cambio climático y enfocarse en escoger los factores y actores realmente efectivos. En 2005, cuando el Protocolo de Kioto entró en vigencia, las emisiones de CO2 de China y EE. UU., eran prácticame­nte iguales. Después de 8 años, las emisiones de EE. UU., que no era miembro del protocolo, se habían reducido el 11 % gracias al fracking y el acceso a más gas natural, así los ambientali­stas no quieran aceptarlo. Pero las emisiones de China, que sí era miembro del pacto y que ahora erigen como líder de la responsabi­lidad ambiental, crecieron el 77 %.

Esto no implica que EE. UU., como todos, no tenga que hacer más y mejor, pero hay que preguntars­e: ¿Quién es el verdadero problema? ¿Cómo castigó el tratado a China por incumplir? ¿Quién está haciendo la tarea? ¿Fue más efectivo EE. UU. sin estar en el protocolo?

Si el gobierno de EE. UU. no es el faro moral del mundo, el de China mucho menos y su “com- promiso ambiental” es falaz. En el nuevo tratado se “comprometi­ó” a seguir aumentando sus emisiones hasta 2030 donde llegarán supuestame­nte a su máximo nivel, sin decir cuál es ese nivel ni qué va a hacer después.

No son necesariam­ente los tratados multinacio­nales los mejores mecanismos para reparar el ambiente, sino la tecnología y lo que las personas, empresas y organizaci­ones hagan. Ni siquiera las políticas públicas locales tienen siempre impactos verificabl­es, como lo demuestra un reciente estudio sobre la eficacia de las políticas ambientale­s del estado de California. Si los fundambien­talistas rabiosos quieren ayudar de verdad, en vez de quemar banderas de EE. UU. dejen de comprar productos sospechosa­mente baratos de China

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