“SI NO COMEN USTEDES DE ESTE PAN NO TENDRÁN VIDA…”
Esto es lo que hoy celebramos, la presencia de Cristo, de su Cuerpo y de su Sangre, que es “vida” y que se nos da en la Eucaristía. No podemos unirnos con él sin estar unidos con los demás, y todo esto se realiza en la celebración de la vida.
Esa “vida” sobrenatural que nos comunica Cristo y que nos permite sonreír a pesar de lo costoso que está todo, de los salarios que no alcanzan para nada, de la salud que no está para echarle aplausos, de los paros, que con justa causa reclaman nuestros patriotas…
Esa “vida” que nos da fuerza para seguir siendo honrados en los negocios y responsables en el trabajo…
Esa “vida” que conserva lozano o que hace que vuelva a florecer el amor conyugal y la armonía familiar…
Esa “vida” que nos hace llevadera una enfermedad o la pérdida de un ser querido…
Esa “vida” que nos hace posible la fidelidad conyugal y la pureza de corazón….
Esa “vida” que nos permite amar a ese viejito o viejita que a veces se tiene arrinconado o abandonado en casa…
Esa “vida” cuya ausencia nos hace desesperarnos, angustiarnos, llevar a cabo acciones u omisiones que luego lamentamos, portarnos en muchas ocasiones como todo… menos como cristianos…
Esa “vida” que nos hace ver en el otro el rostro amable de Dios…
Esa “vida” que nos hace cristianos con sentimiento de evangelio y de discípulos del Señor Jesús…
Esto es lo que hoy celebramos, la presencia de Cristo, de su Cuerpo y de su Sangre, que es “vida” y que se nos da en la Eucaristía para ser nuestra “vida”, para que nuestra vida se transforme en la suya, para que todos formemos uno solo con él, nuestro centro. No podemos unirnos con él sin estar unidos con los demás, y todo esto se realiza en la celebración de la vida, es decir, en la presencia siempre actuante del acontecimiento central de la Pascua, que nos da lo que él es con su vida nueva de Resucitado