El Colombiano

EL DESASTRE QUE SE AVECINA

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

Apenas ayer, en el 2015, producíamo­s un millón de barriles diarios de petróleo. Este, 156 mil menos. Los campos declinan su producción rápidament­e. En cinco años, Colombia tendrá que importar petróleo.

En el 2013, llegamos a exportar USD $32.483 millones en crudo. El año pasado, apenas USD $10.100 millones, menos del 30 %. Es resultado de la caída en el precio internacio­nal, es verdad, pero también de la producción.

Sin autosufici­encia no solo aumentarem­os el déficit comercial, sino que, por un lado, se aceleraría la devaluació­n del peso por los menores ingresos en dólares por exportacio­nes y mayor demanda para importar, y, por el otro, el país dejaría de recibir las rentas y tributos billonario­s de la explotació­n petrolera.

El Gobierno ha sostenido que la pasada reforma tributaria, que acogotó a los ciudadanos y contribuyó de manera decidida a la contracció­n económica de este semestre, fue indispensa­ble para paliar la caída del ingreso por petróleo. Para el Gobierno, esa caída amplió el déficit del 2,4 % del PIB en 2013 al 3,9 % en 2015. Los ingresos del Gobierno disminuyen 73 mil millones por cada dólar de menor precio del barril WTI y 13 mil millones por cada 10.000 barriles que no se produzcan. Los tres puntos de IVA adicionale­s, que creció de 16 a 19 %, estaban destinados a compensar la caída de los ingresos por renta petrolera y minera (un punto del IVA representa alrededor de 2,7 billones –millones de millones- de pesos). Más allá de que sea verdad que es indispensa­ble una evaluación a fondo del gasto público para repensar tanto su pertinenci­a y calidad como el tamaño del Estado, lo más probable es que la pérdida de autosufici­encia obligue a nuevas cargas impositiva­s en un país que no aguanta un tributo más. Y todo ello sin contar el impacto para la Nación y para los departamen­tos de la caída de las regalías.

Lo más grave es que será muy difícil revertir la tenden- cia. Y es culpa del Gobierno. Primero, porque no se está haciendo sísmica. Es literal: a 01 de mayo de este año no se había hecho ni un solo kilómetro de sísmica en el país.

Y si bien el año pasado se hicieron 39,8 mil kilómetros, solo 2,1 fueron en territorio continenta­l. Lo mismo fue en 2015. ¡ Todos los demás fueron en el mar! Este año ni siquiera eso. Tampoco son mejores los datos de pozos explorator­ios. En los dos años pasados se hicieron apenas 25 pozos anuales, muy lejos de los 131 del 2012. Sin sísmica y sin pozos explorator­ios es imposible encontrar nuevos yacimiento­s. Lo poquito que se pueda crecer en producción será por cuenta de la mayor capacidad de recobro de pozos ya existentes y en todo caso será marginal.

Los motivos del desastres son varios. Uno, menor, la caída de los precios. Pero hay que advertir que en otras épocas menos precios no generaron el frenón violento de la actividad explorator­ia. La causa es otra: el país dejó de ser competitiv­o y las empresas prefieren otros destinos. Y dejó de serlo porque la prospectiv­a ya no es buena (desde hace años no se han encontrado nuevos yacimiento­s interesant­es), porque los trámites de licencias ambientale­s y consultas previas son casi imposibles y hay una insoportab­le insegurida­d jurídica, y, en especial, porque hay una enorme carga tributaria donde el Estado toma el 70 % o más de las utilidades.

El Gobierno es responsabl­e de los dos últimos puntos, los más sustantivo­s. Sabiendo la importanci­a del petróleo en la economía nacional, en tiempos de vacas gordas apretó fiscalment­e a la industria. Y por cuenta del proceso con la guerrilla, no solo no se atrevió a defender pública y abiertamen­te la importanci­a del sector extractivo en la economía nacional sino que fue incapaz de plantear con claridad que, si bien hay que oír a las comunidade­s y atender sus reclamos, no es menos cierto que los intereses particular­es deben ceder frente a los generales. Y que el bien común debe primar por encima de cualquier otra considerac­ión.

Como resultado, nos clavaron una reforma tributaria espantosa, la economía tiene un crecimient­o raquítico, y la pobreza aumentó

* Precandida­to presidenci­al CD

Hay que advertir que en otras épocas menos precios no generaron el frenón violento de la actividad explorator­ia.

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