Eh ave María pues, qué montón de vírgenes
En Medellín son comunes las imágenes marianas. Estas son algunas de sus historias, para que pida un milagrito.
La virgen de hierro forjado de dos metros (imagen 6) cayó al piso, en una esquina de Campo Valdés. Édgar
Gamboa, su escultor, la empujó como último recurso para que su hijo que jugaba fútbol en la calle atendiera su llamado.
A María y el Divino niño no les pasó nada. Una prueba de que aquella virgen cobriza, la que desde 1998 cuidó a Campo Valdés y que desde hace tres años tiene como hogar Villa de Leyva, Boyacá, quedó bien hecha. Es una viajera.
A pesar de haberse ido, esta María Auxiliadora hizo historia en aquel barrio del Nororiente de Medellín. No solo por su estrepitosa caída, a la que Gamboa le atribuye un milagro: “Al mes del empujón me gané un chance de un millón de pesos”. También por la popularidad que ganó al ser se- leccionada entre las 12 Marías del calendario Vírgenes 2006, que se hizo a partir de la investigación del curador de arte
Óscar Roldán y su Concurso Metropolitano de Vírgenes, Eh Avemaría, en el que fueron jurados otros estudiosos del arte.
Ciudad de vírgenes
Como lo hizo la virgen de hierro, otras todavía acompañan y protegen los barrios de la ciudad. Según Roldán y su investigación, el número de íconos marianos en la ciudad se encuentra conectado a las temporadas violentas que ha sufrido Medellín.
“El pico de apariciones está ligado a los conflictos sociales, como por ejemplo los sucedidos entre 1910 y 1920, luego entre los 40 y 50, para después reaparecer en las décadas del 80 y 90 con el narcotráfico. La mayoría de personas que nos mandaban sus vírgenes al concurso indicaban que los motivos por los que estaban allí era para protegerlos de la violencia”, explica Óscar.
No obstante, hay otras que llegaron por la devoción a la madre de Jesús, como la que profesaba Hernando Henao, quien hace 21 años (el 8 de septiembre de 1996) llevó a Castilla una imagen de la Inmaculada Concepción (imagen 3), virgen que representa cómo María desde su fecundación siempre estuvo libre del pecado original.
Ubicada una cuadra arriba de la Parroquia San Judas Tadeo, Hernando, quien ya murió, decidió ponerla frente a su casa y le hizo una gruta en su jardín. Ahora, familiares y amigos como Reinaldo Osorno cuidan de ella. “Él la compró y la trajo por el amor que le tenía a la virgen María”.
Ahora bien, la llegada de las Marías a los barrios igual se atribuye a los milagros. Tal es el caso de la Auxiliadora (imagen 8) que se encuentra en Aranjuez, frontera con Los Álamos.
Miriam Álvarez cuenta que un vecino conocido como Chepe la llevo luego de que la virgen le concedió un milagro: darle casa a su mamá.
“También le sacó a una hermana de la cárcel y a doña Alicia la curó de un cáncer. Por eso, la mandó a pintar y poner bonita”, cuenta Miriam, a quien también le hizo un milagro, pero no quiso contarlo.
Marías para todos
Las estatuas que más proliferan en la ciudad son las de María Auxiliadora, como lo demuestra la investigación de Roldán.
Sin embargo, existen otras como la virgen de Fátima ubicada en el barrio El Salvador hace 20 años, recordada por ser la imagen que se le apareció a los pastorcitos de Portugal en 1917, o la del Carmen (imagen 9), patrona de los conductores que se encuentra en el cruce de San Juan con la Avenida Nutibara.
Esta última, puesta allí por iniciativa de doña Olga
Madrid el 16 de julio de 2005, día de su fiesta, porque quería hacerle un homenaje a su padre y para que los conductores tuvieran la oportunidad de saludarla y despedirse de ella cada día.
Milagrosas, protectoras, de blanco, café o azul, no hay una cifra oficial del número de imágenes de la virgen que hay en la capital antioqueña. Tampoco pueden calcularse las moneditas que los feligreses dejan en muchas de ellas, que sirven para hacerles mantenimiento. Sí se puede, en cambio, pedirles un milagrito