EL FRENTE CENTRISTA
Lo que ocurrió en las pasadas elecciones de Francia con el desastre electoral del sistema bipartidista –derechas e izquierdas– al no obtener la votación suficiente para ir a las urnas en la segunda vuelta, es lo que está ocurriendo hoy en Colombia con la decadencia del bipartidismo tradicional de liberales y conservadores.
El triunfo de Macron, candidato del centro político, –victoria reiterada el domingo al obtener amplias mayorías en las elecciones parlamentarias– no solo fue un revés para la ultraderechista Le Penn, sino para el extremismo de izquierda. Fundamentalismos de derechas y fanatismos de izquierdas, tuvieron su descalabro.
Los partidos tradicionales en Colombia experimentan hoy su propia pasión. Según las últimas encuesta de opinión, liberales y conservadores sumados están muy por debajo de los nuevos partidos, la mayoría de estos desprendidos de sus viejos troncos. La decadencia en que está el viejo bipartidismo lo sentencia a sobrevivir electoralmente en coaliciones.
El historiador Álvaro Tirado –un inteligente agitador de ideas– en su reciente obra “Historia Viva”, descubre, como una de las muchas fallas de los dos partidos Liberal y Conservador, que “desde hace mucho tiempo ninguna de estas dos colectividades ha formulado programas de fondo… La simbiosis ideológica tuvo su equivalente en la partija burocrática y la presencia de los partidos se nota, no por las posturas doctrinales, sino por el frío cálculo de la representación burocrática”. Y es quizá benévolo Tirado al calcular que “como consecuencia de ausencia de ideario, las dos terceras partes de la población permanecen ausentes y expresan su no adherencia partidista con la abstención electoral”.
Cada vez se oye el grito de que hay que volver a tener partidos coherentes. Con sólidas estructuras ideológicas. Con jerarquías y organizaciones responsables de cuadros y de masas. Curados de caudillismos. Es la única manera de ganar legitimidad el Estado para hacer buenos gobiernos y alejar las tentaciones de caer en manos de aventureros.
En Colombia la dirigencia del bipartidismo es la gran responsable de su deterioro. Ha traicionado a su militancia. Viven como rémoras adheridas a los cascos de contratos y nóminas estatales –enmarcados no pocos en corruptelas– para usufructo personal. Y así es bien difícil introducir la mística y la ética, base esencial para reconstruirlos.
Los partidos tradicionales en Colombia están jerárquicamente desgastados. Sus masas, desconcertadas, desorientadas, silencio- sas, en estado sonambulesco se tropiezan con la decadencia. Sus dirigentes generan desconfianza. El escepticismo se apodera de su militancia. Son colectividades que no despiertan ningún entusiasmo entre los jóvenes. Quizá algún recuerdo nostálgico entre los viejos. Pero como los agotados aviones, la fatiga del metal los está oxidando…
El ejemplo de lo sucedido en Francia, ¿le abrirá la perspectiva al Centro Democrático de replicarlo en Colombia? ¿Tendrá la capacidad de construir, con amplios sectores de opinión, un frente común centrista? ¿Formar una coalición vigorosa, posible de lograr, siempre que adopte como política de acción más las afinidades ideológicas que los egoísmos y las animadversiones personales? Solo así, pensamos, podría tener la posibilidad de elegir un mandatario que entre a reconstruir lo que va quedando de dignidad y eficacia en el ejercicio presidencial
En Colombia la dirigencia del bipartidismo es la gran responsable de su deterioro.