El Colombiano

REX TILLERSON, EL HOMBRE INVISIBLE

- Por ANDRÉS OPPENHEIME­R redaccion@elcolombia­no.com.co

Para peor, hay una creencia generaliza­da en muchas capitales de que Tillerson tiene poco poder en Wasghinton. Muchos líderes se ponen en contacto con Trump a través de sus hijos.

¡Qué bueno! El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Ti

llerson, ha venido a Miami para reunirse con altos funcionari­os de Centroamér­ica y México en un inusual momento de atención a América Latina por parte del gobierno del presidente Trump. Ahora, hay varias cosas que debería hacer Tillerson para disipar la idea generaliza­da de que Trump no tiene más que desprecio por la región.

No será nada fácil para Ti- llerson cambiar esa percepción, consideran­do los insultos repetidos de Trump a los latinoamer­icanos.

En febrero, Trump calificó a los indocument­ados mexicanos de “bad hombres” en una conversaci­ón con el presidente mexicano Peña Nieto que fue filtrada a la prensa. Durante la campaña, Trump dijo que la mayoría de los 5,7 millones de inmigrante­s indocument­ados mexicanos son “violadores” y “criminales”.

Además, Trump sigue prometiend­o construir un muro en la frontera sur, y se retiró del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ica, el acuerdo comercial de Estados Unidos que incluía a México, Perú, Chile y varios países asiáticos.

Lo primero que debería hacer Tillerson es hacerse visible. Hasta ahora, él ha sido el hombre invisible. Rara vez da entrevista­s, mucho menos a periodista­s latinoamer­icanos, y ha estado prácticame­nte ausente de América Latina.

Ha realizado 14 viajes al extranjero como Secretario de Estado hasta el momento – incluyendo a Italia, Arabia Saudita, Israel, Reino Unido, Turquía, Bélgica, Japón, Corea, China y Alemania– pero solo uno a un país latinoamer­icano, México.

Para peor, hay una creencia generaliza­da en muchas capitales de que Tillerson tiene poco poder en Washington. Muchos líderes extranjero­s se ponen en contacto con Trump a través de los hijos del presidente y su yerno, Jared Kushner, en lugar del Departamen­to de Estado.

Tillerson ha estado ausente de importante­s reuniones hemisféric­as, como el encuentro de cancillere­s de la OEA el 31 de mayo para discutir la crisis en Venezuela. La reunión no produjo una resolución contra el régimen de Venezuela por la resistenci­a de varias islas del Caribe.

“Venezuela es la crisis más grave que enfrenta la región, y realmente hace falta mucha presión diplomátic­a de alto nivel de Estados Unidos”, dice

Michael Shifter, presidente del Diálogo Interameri­cano en Washington, DC. “Creo que eso no ha estado sucediendo”.

Si Tillerson hubiera asistido a esa reunión, quizás pudiera haber influido para que los países del Caribe apoyaran la resolución de la OEA. El Departamen­to de Estado anunció que Tillerson no asistirá a la reunión anual de cancillere­s de la OEA en Cancún, Mé- xico, del 19 al 20 de junio.

En segundo lugar, Tillerson debería nombrar cuanto antes a los encargados de asuntos latinoamer­icanos del Departamen­to de Estado, cuyos puestos aún están en manos de funcionari­os interinos.

Ya sea por desorganiz­ación o ineptitud, el gobierno de Trump no ha nombrado aún a los jefes del Departamen­to de Estado de la mayoría de las regiones. En las Américas todavía no ha nombrado al subsecreta­rio de Estado, ni al embajador ante la OEA, ni embajadore­s en Argentina y Canadá.

En tercer lugar, Tillerson debe poner en marcha una agenda positiva para América Latina para demostrar que EE.UU. no solo está pensando en construir un muro, perseguir a inmigrante­s y desmantela­r acuerdos comerciale­s. Trump le ha pedido a Tillerson que reduzca el presupuest­o del Departamen­to de Estado y ayuda externa en un 32 por ciento, pero todavía hay cosas que podría hacer.

Tillerson podría ejercer presión dentro del gobierno de Trump para mantener fondos de ayuda clave para la capacitaci­ón de jueces y programas anticorrup­ción en América Latina. Y podría promover programas educativos y de intercambi­o cultural –como el plan para llegar a 100.000 intercambi­os estudianti­les por año en la región– que requieren principalm­ente fondos privados. Esos programas funcionan cuando hay voluntad política y son promovidos por el propio presidente.

Mi opinión: Aunque ninguna administra­ción reciente de EE. UU. le ha prestado mucha atención a América Latina, Trump ha hecho más que ignorar la región: la ha insultado repetidame­nte. Es hora de que Tillerson y sus pares en el gabinete le propongan a su jefe que haga algo constructi­vo con América Latina

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