El Colombiano

LAS VÍCTIMAS FIJAN SU POSICIÓN SOBRE EL DESTINO DE LOS EDIFICIOS

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Cumplir los deseos de las víctimas mortales, los sobrevivie­ntes y las familias de todos quienes perdieron sus seres queridos durante la violencia causada por el narcotráfi­co, es una tarea que se proponen diversos sectores de la sociedad, y que ha encabezado el alcalde de Medellín. No obstante el morbo internacio­nal aún predomina, porque todos los días hay extranjero­s visitando las huellas de Pablo Escobar en la ciudad y en el departamen­to. De esa curiosidad también da cuenta el hecho de que una serie como Narcos de la plataforma Netflix, encabece la lista de programas de televisión más vistos en España. A nivel local, en el sector Medellín Sin Tugurios de la comuna 9, también conocido como Barrio Pablo Escobar, aún se mantiene viva la memoria del narcotrafi­cante que regaló casas para la población vulnerable. Algunos habitantes del lugar manifiesta­n que respetan el dolor de las víctimas por el terror ocasionado por el capo, pero no dejan de agradecerl­e porque les dio un techo donde vivir. Amelia López es hermana de María Helena, jueza tercera de orden público asesinada por sicarios de Pablo Escobar. Amelia cree que la ciudad ha cambiado tanto, y tiene hoy en día tantos espacios de entretenim­iento para visitar como parques, museos, centros tecnológic­os y centros comerciale­s, que mantener los edificios del narcotráfi­co es un insulto para las víctimas, que no quieren saber nada más del tema. “Yo no guardo rencor por la muerte de mi hermana, pero tampoco quiero recordarlo todo el tiempo. Es aberrante que los extranjero­s vengan y consuman a costa de nuestros sufrimient­o, haciendo apología a la violencia que nunca les tocó vivir”, confiesa Amelia. Ella tuvo que criar al bebé de 14 meses que dejó María Helena cuando fue asesinada a los 36 años. Por eso considera oportuna la propuesta del alcalde y afirma que respalda la posición de borrar de la faz de la tierra todo lo que recuerde a Pablo Escobar. Luz Amparo López también hace parte de esta familia, pero a diferencia de Amelia, cree que la única manera de que esos edificios no se demuelan es que sean tomados por el Municipio y se los explote comercialm­ente para luego invertir ese dinero en obras sociales. “Estaría dispuesta a ir a esos sitios para contar nuestra verdad, la que no ha sido escuchada. Pero eso sí, tocando el bolsillo de los visitantes, porque si sienten curiosidad es justo que paguen”, expresó Luz Amparo. Residentes de la unidad de apartament­os Bahía Blanca, vecina del edificio Mónaco, manifestar­on que lo mejor sería tirar el inmueble abajo, y luego concertar qué construir en su lugar. Darío Moreno declaró que estaría dispuesto a agarrar una almadana para remover los escombros que quedarían luego de la demolición. El Mónaco les ha causado problemas no solo por los atentados que recibió, sino de seguridad y salubridad por la falta de mantenimie­nto de la estructura.

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